Vive, sin prisa…
Hoy en día vivimos siempre con
prisa, no únicamente en nuestra vida externa, esa misma prisa la trasladamos
igualmente a nuestro interior, tan inmersos estamos en ese ritmo, veloz que nos
arrebata el más mínimo indicio del aquí y ahora, de la auténtica vida y por
ello en una gran mayoría de ocasiones nos vemos sumergidos en lo que podríamos
llamar “El reino de los miedos”.
En esta carrera sin fin, todo
se compra y se vende, nos dejamos guiar por los patrones establecidos, buscamos
desesperadamente una fórmula que nos permita ser inmortales, pero el tiempo inevitablemente
viaja a la misma velocidad que nosotros, nos empuja y cuando nos damos cuenta
esta velocidad nos ha conducido al abismo, no existe esa fórmula mágica, que
logre que el paso de los años no se note en nuestro cuerpo, cuando comprobamos
el paso del tiempo y las marcas que han quedado en él, nos asustamos, y éste
miedo nos lleva a tener terror a envejecer y sobre todo a la muerte.
Tenemos prisa para todo,
queremos llegar los primeros, ser mejor que los demás, tener y ser más que
ellos, pero nos negamos, a admitir que esas prisas también hacen que los años
pasen con la misma rapidez, que la piel se arrugue, que no seamos igual, que
cuando empezamos ésta carrera sin pensar que ese ritmo, que nosotros mismos nos
hemos impuestos ya nada lo detendrá.
Y de pronto una mañana al
despertar y ver nuestro rostro y nuestro cuerpo reflejado en el espejo
observamos nuestro cambio, y es en ese momento cuando nos damos cuenta en todo
lo que hemos vivido sin vivir, en nuestra loca carrera, hemos desperdiciado la
mayor parte de nuestra vida, ¿hemos llegado a la meta? ¿hemos conseguido tener
más que el vecino? ¿ser más importantes?, pero ¿cuánto hemos pagado por ello?,
ahora si nos detenemos a pensar que no sólo nosotros hemos pasado la vida
corriendo, igualmente la vida ha pasado por nosotros, y “ya no hay marcha
atrás.”
Despierta, deja de correr, no
es tan importante ganar, lo verdaderamente importante es vivir, disfrutar de
cada uno de los momentos que diariamente tenemos, aprende a valorar las cosas
simples, básicas, pequeñas, a encontrar tu ritmo y sobre todo a disfrutarlo,
sólo así descubrirás realmente el Universo que eres y posees dentro de ti y que no has podido ver por esa prisa
que tenías en llegar.
Detén esa carrera y valora lo
que realmente es importante: contempla un amanecer o un anochecer, disfruta de
tu familia y amigos, pasea sin prisa contemplando ese paisaje que has dejado de
ver todos los días, comparte con los demás, comprobarás que la vida pasa igual,
pero, entonces si serás capaz de admitir los años que tienes y no tendrás miedo
a envejecer, porque habrás vivido experiencias maravillosas y las habrás sabido
aprovechar.
Sólo tenemos una vida, ¿por qué
no la vivimos en lugar de pasar simplemente por ella?
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