martes, 23 de agosto de 2016

Vive, sin prisa…

Vive, sin prisa…
 


Hoy en día vivimos siempre con prisa, no únicamente en nuestra vida externa, esa misma prisa la trasladamos igualmente a nuestro interior, tan inmersos estamos en ese ritmo, veloz que nos arrebata el más mínimo indicio del aquí y ahora, de la auténtica vida y por ello en una gran mayoría de ocasiones nos vemos sumergidos en lo que podríamos llamar “El reino de los miedos”.
En esta carrera sin fin, todo se compra y se vende, nos dejamos guiar por los patrones establecidos, buscamos desesperadamente una fórmula que nos permita ser inmortales, pero el tiempo inevitablemente viaja a la misma velocidad que nosotros, nos empuja y cuando nos damos cuenta esta velocidad nos ha conducido al abismo, no existe esa fórmula mágica, que logre que el paso de los años no se note en nuestro cuerpo, cuando comprobamos el paso del tiempo y las marcas que han quedado en él, nos asustamos, y éste miedo nos lleva a tener terror a envejecer y sobre todo a la muerte.
Tenemos prisa para todo, queremos llegar los primeros, ser mejor que los demás, tener y ser más que ellos, pero nos negamos, a admitir que esas prisas también hacen que los años pasen con la misma rapidez, que la piel se arrugue, que no seamos igual, que cuando empezamos ésta carrera sin pensar que ese ritmo, que nosotros mismos nos hemos impuestos ya nada lo detendrá.
Y de pronto una mañana al despertar y ver nuestro rostro y nuestro cuerpo reflejado en el espejo observamos nuestro cambio, y es en ese momento cuando nos damos cuenta en todo lo que hemos vivido sin vivir, en nuestra loca carrera, hemos desperdiciado la mayor parte de nuestra vida, ¿hemos llegado a la meta? ¿hemos conseguido tener más que el vecino? ¿ser más importantes?, pero ¿cuánto hemos pagado por ello?, ahora si nos detenemos a pensar que no sólo nosotros hemos pasado la vida corriendo, igualmente la vida ha pasado por nosotros, y “ya no hay marcha atrás.”
Despierta, deja de correr, no es tan importante ganar, lo verdaderamente importante es vivir, disfrutar de cada uno de los momentos que diariamente tenemos, aprende a valorar las cosas simples, básicas, pequeñas, a encontrar tu ritmo y sobre todo a disfrutarlo, sólo así descubrirás realmente el Universo que eres y posees dentro de ti y que no has podido ver por esa prisa que tenías en llegar.
Detén esa carrera y valora lo que realmente es importante: contempla un amanecer o un anochecer, disfruta de tu familia y amigos, pasea sin prisa contemplando ese paisaje que has dejado de ver todos los días, comparte con los demás, comprobarás que la vida pasa igual, pero, entonces si serás capaz de admitir los años que tienes y no tendrás miedo a envejecer, porque habrás vivido experiencias maravillosas y las habrás sabido aprovechar.

Sólo tenemos una vida, ¿por qué no la vivimos en lugar de pasar simplemente por ella?



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