martes, 2 de agosto de 2016

La mente…

La mente…



Hoy me gustaría hablar sobre la mente, ya que todo lo que hacemos es ahí donde nace, todos los actos de nuestra vida nacen en ella, normalmente por regla general, siempre pensamos en negativo, (pocas veces nos paramos a contemplar todas cosas hermosas que también hay a nuestro alrededor), es cierto que existen miles de problemas y que a cada uno el nuestro nos parece el mayor o más importante.
Y yo, les pregunto, cuándo nos encontramos ante éste problema, ¿qué decidimos hacer?, en el caso de que el problema sea una enfermedad, ¿nos preocupamos realmente por ella?, si tenemos una mala racha o lo que comúnmente llamamos mala suerte, realmente pensamos en ellas, o simplemente nos dedicamos a llorar y lamentarnos.
Todos sabemos o deberíamos saber que las preocupaciones nos quitan energía y al final nos enferman o no atraen más malas rachas o mala suerte de lo que ya tenemos, ¿verdad?, nos roban la energía que necesitamos utilizar para salir de ellas, sin esa energía nuestras fuerzas, están tan bajas que somos incapaces de enfrentarnos a esos problemas.
Hoy quiero proponerles algo, ¿por qué si en lugar de preocuparnos nos saltamos el “Pre”, y vamos directamente, totalmente decididos y convencidos a “Ocuparnos” de nuestra enfermedad, mala racha o mala suerte, ¿no crees que obtendríamos mejores y más satisfactorios resultados?
Dejemos a un lado y eliminemos por completo el “Pre” de la ocupación, pues esa preocupación es una de las principales causas de nuestra enfermedad y debemos estar dispuestos a suprimir para poder hacerles frente, no nos preocupemos por los resultados o desenlaces que probablemente, nunca sucederán, o pensemos que por muchas vueltas que le demos, lo que tenga que ocurrir de todas formas ocurrirá por muchas vueltas que le demos, y en lugar de ello, “ocupémonos” y actuemos en consecuencia con lo que queremos en realidad, nunca debemos dejar de luchar por nuestros sueños, incluso ante la peor de las adversidades, esos sueños o deseos son uno de los hábitos mágicos de los grandes triunfadores que en lugar de invertir su tiempo y sus energías en pre-ocuparse, pasan directamente a ocuparse.
Si logramos hacer parte de nosotros, (lo cual, no es tan complicado como en principio pueda parecer) el sencillo hábito de elegir conscientemente la opción más conveniente, cada vez que nos enfrentemos, ya sea real o mentalmente a una situación determinada, seguramente emplearemos un porcentaje mucho más alto de nuestro verdadero potencial y comprobaremos que los resultados serán mucho mejor, incluso en el caso de que no logremos evitar esos problemas, sí al menos seremos capaces de enfrentarlos sin miedos.
Cuando nos enfrentamos a una determinada enfermedad o situación desagradable, hagamos, esta simple reflexión: tenemos solamente dos opciones y debemos elegir ahora la que más nos convenga: podemos elegir seguir pre-ocupándonos, posiblemente en vano, o por el contrario podemos elegir Ocuparnos del asunto, y como dice el refrán: “que salga el sol por donde salga”, después de todo, una determinada acción en sí misma, y el desenlace que puede provocar esta acción, difícilmente, será más perjudicial que la preocupación que puede llegar a consumirnos, día a día, porque nunca dejaremos de dar vueltas a esa rotonda a la que no encontramos la salida.
También podemos optar por convertirnos en auténticos guerreros de acuario, un guerrero sabe lo que desea y es lo que representa todo en su vida, por lo que lucha y en lo que concentra todas sus energías, los hombres comunes gastamos el presente actuando como ganadores o como perdedores y, dependiendo de los resultados, nos transformamos en perseguidores o en víctimas, un guerrero sabe esperar, porque sabe lo que está esperando, y mientras espera, no desea nada, por ello cualquier cosa que le llegue, por mínima que sea, la recibe como una bendición, los hombres comunes nos preocupamos demasiado porque los demás nos quieran, nos acepten, vivimos siempre pendientes del que dirán, no hacemos lo que realmente deseamos para no salirnos de la línea marcada, y eso nos impide ser nosotros mismos, ocuparnos de lo que realmente nos debería importar.
Un guerrero, se preocupa poco de sus propios actos, sabe que ellos le conducirán al objetivo que eligió para sí mismo, su espíritu no se queja de nada, porque no nació para ganar o perder, nació para luchar y lo hace como si cada batalla fuera la última, por eso, el guerrero siempre deja su espíritu libre y cuando se entrega al combate, sabiendo que su intención es transparente, él se ríe, disfruta y se divierte.
Ojalá llegue un día en el que todos seamos capaces de convertirnos en Guerreros y seamos capaces de comportarnos y enfrentarnos a todas esas diversas circunstancias de nuestra vida sin miedo sin preocuparnos por lo que sucederá, ojalá llegue un día en el que seamos capaces de aceptar, que por muchas vueltas que demos a esa rotonda sólo hay una salida y llegará cuando tenga que llegar y, hasta ese momento vamos a vivir cada minuto, cada segundo, sin pensar en lo que mañana sucederá.





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