Cuando no te comprenden... ¿Qué hacer entonces?...
Nadie verá y sentirá lo mismo
que tu sientes. Tal vez se acerque algo, pero no será igual.
Asimilamos el mundo a través
de nuestros filtros. Los sentidos, las creencias, la educación, la historia
personal, incluso la genética, determinan nuestra representación de la
realidad.
Digo esto porque a veces nos
desesperamos, criticamos y juzgamos. Y resulta, que es, que el otro no nos
entiende, no se preocupa, no se comporta como uno espera, y al pensar de esta
forma, yo pienso que estoy en lo cierto. Les advierto que se trata de una
percepción personal, que existen mapas diferentes al mío, diferentes modos,
tantos como personas, de captar y entender los hechos, de los demás.
Si partimos de la idea, de
que el resto de las personas deben entender y saber lo que queremos decir, para
que actúen en nuestra misma realidad, y la presenten tal y como nosotros, lo
más probable es que surjan conflictos, malentendidos y frustraciones en
nuestras relaciones.
¿Qué hacer entonces?
¿Utilizar la fuerza?
¿Te ha pasado alguna vez, que
tratas de imponer tu visión y el otro se afirma con mayor vehemencia, en la
suya?
Es difícil pensar que se
pueda conocer la realidad sin un observador y cada observador es un sujeto que
tiene su propia percepción, un individuo con su propia subjetividad.
Para empezar, la representación
que cada persona, viene del mundo exterior, depende del sistema sensorial que
utilice en ese contexto. Si le da importancia.
Por ejemplo; A lo que oye, a
lo que ve, o lo que siente.
¿Cómo procesa la información?
¿Tiende a prestar atención a
los detalles, o más bien se inclina por la globalidad?
¿Se sitúa dentro del tiempo, olvidándose
de ella, o se disocia y lo mide?
¿Qué experiencias, ha vivido
respecto a un tema concreto, que influye en lo que piensa?
¿Qué anclajes posee, que le
hacen sentirse bien o mal ante determinados estímulos?
¿Cuáles son sus valores?
¿Se centra en las ventajas, o
en los inconvenientes?
No hay respuesta acertada, ni
desacertada. Nadie es mejor, ni peor en funciones de sus filtros. La cuestión
no es juzgar a las personas o criticarlas, sino comprender cómo funcionan y
acercarnos a ella. Cualquiera que busque una comunicación eficaz, ha de estar
abierto a percibir las particularidades del otro y a sintonizar con él. Sólo
así podrás comprender su mensaje y lograr que se comprenda el tuyo.
La calibración, parte de
observar y escuchar al otro para recoger información. Nos permite conocer mejor
a nuestro interlocutor, su modelo del mundo, sus creencias, sus valores, sus
sistemas sensoriales predominantes, sus intereses, recuerdos, experiencias y
estrategias.
Tras la calibración, llega el
momento de utilizar lo aprendido para lograr sintonía. La sincronización
permite crear un clima de confianza y entrar en el mundo de la otra persona
siguiendo sus parámetros, pero también nos permite "guiarla" hacia
posiciones distintas a las suyas. Una vez que hemos sintonizado con alguien,
podemos ir cambiando los parámetros, de tal forma, que sea el otro quien nos
siga a nosotros.
La forma en que cada persona
se representa en la realidad, determina sus sufrimientos y su felicidad. Todos
poseemos nuestros recursos para modificar esas representaciones, pero al
relacionarnos con otras personas, lo primero es comprender y adaptar nuestro
lenguaje verbal y no verbal, a su modo de ver el mundo. De esta forma la
comunicación habrá sido eficaz y se darán las condiciones para influir en
nuestro interlocutor.
Conocer y respetar, la
realidad del otro, es el primer paso, para que nos entienda.
En lugar de juzgar y
criticar.
¿Qué tal, si nos esforzamos
por comprender y comunicar eficazmente?
¿Qué tal, si partiendo de
ahí, llevamos al otro a conocer nuestro mundo?
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