viernes, 24 de abril de 2015

¿Quien te dijo que tu no creces todos los días?

    Muchas personas tienen la idea, que después de haber llegado a cierta edad ya no van a crecer más (pienso que no). Se pasa por la etapa de la niñez, luego la de la juventud, y entramos a la más difícil que es la del adulto.

    Es importante atravesar la vida paso a paso, sin que algo salga mal. Nos podemos encontrar que una amistad nos cause una decepción, podemos pasar por un quebranto de salud, que un amor nos abandone, que alguien bien cercano a nosotros fallezca, nos podemos equivocar en las decisiones del día o en el negocio.

    Esto es la experiencia de la vida, esto es la vida; sin embargo lo importante no es lo que suceda, si no la reacción que podemos tener ante lo que nos está sucediendo. Si te pones a coleccionar todas las heridas, eternamente sangrantes vivieras como un pájaro herido, incapaz de volar.

    Uno crece cuando no hay vacío de esperanza, ni debilitamiento de voluntad, ni pérdida de la fe.

    Uno crece cuando acepta la realidad y tiene aplomo para vivir la, cuando acepta su destino, pero tiene la voluntad de trabajar para cambiarlo.

    Uno crece asimilando lo que deja por detrás, construyendo lo que tiene por delante, proyectando lo que puede ser un porvenir. Crece cuando se supera, se valora y sabe dar frutos.

    Uno crece cuando abre caminos dejando huellas, cuando asimila experiencias, cuando sembramos raíces.

    Uno crece cuando nos planteamos metas, pero sin competitividad, tampoco dándole importancia a los comentarios negativos ni a los prejuicios, cuando damos el ejemplos sin burlas, ni desdenes, cuando cumplimos con nuestra labor.

    Uno crece cuando es fuerte y cuando esta sostenida/o, incluso por su propia debilidad, cuando uno es humano y es humano por nacimiento.

    Uno crece cuando es uno mismo, cuando se enfrenta al otoño y entiende que se pierden las hojas, cuando recorge las flores y entiende que tengan espinas, y cuando al caminar, inevitablemente vamos a levantar el polvo.

    Uno crece cuando se es capaz de afianzarse con resolución, cuando somos capaces de acercarnos a una flor y no necesitamos arrancarla para percibir su aroma, ni que sea nuestra, sino cuando la dejamos crecer y vivir para que siga perfumando.

    Crecemos cuando ayudamos a nuestros semejantes.

    Crecemos cuando soltamos los pájaros de las jaulas y les dejamos volar.

    Crecemos cuando no estamos tan pendientes del resultado, sino de cómo hemos hecho las cosas.

    Y podemos decir hoy que estamos creciendo día a día....


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