viernes, 20 de marzo de 2015

El joven y el viejo... Poema.

    Buscando, me encontré con un viejo libro que hablaba, que abriera los ojos, a que comprendiera que la felicidad no está en las cosas que te da el dinero, si no en las que te da la vida.


Pasaban las horas, lentos los días,

y aquel pobre niño de pena moría.

Un día sentado a las afuera del pueblo,

vio pasar a un viejo que le sonreía.

Preguntó el joven, ¿por qué esa alegría,

si estás acabando tu vida marchita?.


Contestó el viejo, ¿qué pasa joven?

¿Por qué esa tristeza si estás empezando a vivir la vida?.


¡Óigame, anciano!.

No encuentro motivo que alegre mi alma,

no encuentro aliciente que alegre mi vida.


¿Te faltan alimentos?. ¿No tienes amigos,

padres que por ti den la vida?.


¡Oye viejo! Tengo más que tú, me sobran alimentos,

tengo amigos, regaló juguetes, también tengo padres.

Ellos... Ellos, trabajan todo el día,

para darme lo mejor, pero... ¡No tengo alegría!.

Y tú, viejo ¿qué tienes que tus ojos brillan?.


No tengo nada de lo que tú tienes,

y si una cosa que tú deberías... Me sobra ¡alegría!.

¿Sabes porque?. Pues de la vida veo el lado bueno.

Quizás porque un día mis padres me dieron sólo compañía.


Ellos hablaban conmigo, me abrieron los ojos

que comprendiera que la felicidad

no está en las cosas que te da el dinero,

si no en esas cosas que te da la vida.

Saberla apreciar, pues de Dios es un don.


Me hace feliz, contemplar las flores, el mar, las aves,

respirar el olor de la tierra mojada que la brisa me trae.

¿Comprendes por qué, joven, mi alegría?.


¡Ah!. ¿Por eso... Alegría?.

Se retira el joven, haciendo una mueca, reír no sabía.

Le dieron de todo... Pero, amor no tenía, ni lo conocía.


No sabría apreciar las cosas sencillas.

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