El Destino…
Todas las cuestiones que nos planteamos a lo largo de
nuestra vida, tienen diferentes respuestas dependiendo de cada persona, la
religión, la política, todos tenemos nuestras propias ideas, no podemos pensar
todos igual, pero sobre todo hay un mundo en el que una gran mayoría de personas
no cree o simplemente tiene miedo a creer o pensar en él.
Hoy yo quiero hablar un poco sobre ese mundo, concretamente
sobre el destino, hay personas que creen en él, hay otras que piensan que son
cuentos, que no es cierto, que todo está escrito, que desde el momento en el
que nacemos ya hay un destino preparado para nosotros, a algunos les cuesta
admitir que todo está predeterminado de antemano, que todo está escrito en las
estrellas, en el universo, personalmente creo que es así, pero también creo que
sí es posible desviarnos en algunos momentos de ese camino, sólo tenemos que
estudiar las posibilidades que se nos presentan y elegir la que pensamos es la adecuada
para nosotros, tal vez si creyéramos un poco más en lo impreciso y no en lo
certero, lo podríamos conseguir, es cierto que hay cosas que ocurren que son
inevitables por mucho que deseemos e intentemos, por todos los medios
evitarlas, es entonces cuando vemos que es el destino que ya está marcado y
nada ni nadie puede evitarlo, pero no en todos los casos es así, hay
situaciones en las que sí podremos hacerlo.
La vida, nuestra vida no es muy diferente a los juegos de
azar, unas veces se gana y otras se pierde, todo depende de la ficha o el color
que hayamos elegido, ¿entonces?, por qué no nos detenemos un momento y pensamos
en el significado de la frase “al forjar nuestro destino, trazamos nuestro
camino” o recordamos aquella canción de Serrat que nos dice: caminante no hay
camino, se hace camino al andar, si lo hacemos comprobaremos que también hay alguna
posibilidad de variar ese destino que nos está marcado.
Cuántas veces hemos escuchado la famosa frase ¿por qué me
tuvo que ocurrir esto a mí? y muchas veces se nos olvida que lo que sembramos,
es lo que cosechamos y finalmente, recogemos, que todo lo que sube tiene que
bajar, que hay una, que nada es casualidad, que siempre hay una causa para un
efecto y que también ese destino es consecuencia de nuestro karma, pero sobre
todo de ese efecto boomerang que nos retorna (la mayor parte de las veces multiplicado
por mil) tanto lo bueno como lo malo que hacemos.
La vida también es como el ying y el yang, si somos capaces
de verlo así seremos capaces de comprender que de todo lo malo que nos ocurre
siempre hay algo positivo que podemos aprovechar, y también que en todas las
cosas buenas, que igualmente nos ocurren también siempre hay algo de lo que
pensábamos era malo y debido a ello cuando alcanzamos la meta o el éxito tan
sólo estamos logrando el premio a ese esfuerzo que hemos puesto en conseguirlo,
hay días en los que nos tocará perder, otros en los que ganaremos, igual que
ocurre en los juegos de azahar.
La vida es muy corta, si la echamos a perder, si no
aprovechamos cada uno de sus momento, sean buenos o malos, se acaba más rápido,
por eso es trabajo de cada uno de nosotros hacer lo necesario para conseguirlo,
hacer que nuestra vida sea lo mejor posible, y así tal vez en cierta forma
estemos cambiando nuestro destino, al ser responsables, asumiremos las
consecuencias de nuestras acciones y decisiones, porque nadie ha dicho que la
vida sea fácil, más bien es como una selva en la que hay que estar siempre
alerta, y es así, en ese camino que vamos forjando día a día, y como lo vamos
descubriendo a cada paso.
El destino no es lo que inexorablemente nos va a pasar, el
destino es también lo que nosotros permitimos, lo que trabajamos para que esa
mezcla de ambos, nos suceda, hay momentos en la vida en que tenemos que ser
capaces de admitir, que es tiempo de cambiar, si fracasamos y no tenemos el
coraje de comenzar de nuevo, de levantarnos y seguir ese camino, la vida
seguirá sin nosotros, ella nunca se detiene, la felicidad completa no existe,
no nos acompaña siempre, nuestra vida a veces es diferente a lo que habíamos
pensado o imaginado, a veces toma rumbos tan imprevisibles que ni en sueños la hubiéramos
imaginado, por ello tenemos que atrevernos a escoger un camino, a realizar
nuestro sueño, o estaremos en peligro de vagar sin rumbo y perdernos.
Sigue ese camino que has elegido, sin miedo, con la frente
muy alta, no temas soñar, mira las estrellas y verás que tu vigor volverá y
encontrarás una senda más bella y serena de lo que has soñado, que te llevará
donde quieras que te lleve, cumpliendo todos tus deseos.
El destino está marcado, pero tú puedes cambiarlo, con tu
fe, confianza en ti, tu esfuerzo y sobre todo con tus ganas de vivir.