lunes, 25 de julio de 2016

Ya no… Odio mi vida. (Testimonio)

Ya no… Odio mi vida.
(Testimonio)


Hace tiempo publiqué un post de una paciente que odiaba su vida, un post que recibe cada día muchas visitas y comentarios de personas que se sienten identificadas con alguna parte de Trazos de mis Escritos y Lecturas.
¡La joven ya tiene el alta, desde hace meses! Se ha construido su vida, a base de esfuerzo, lucha y constancia en todo el trabajo que han ido realizando en cada una de las sesiones.
Los dejo con sus propias palabras:

La verdad es que aún tengo muy presente aquella época en la que odiaba con toda sinceridad todo aquello que tenía que ver conmigo.” Sentía que mi vida era un desperdicio, un caos sin solución y todo aquello que intentaba hacer para mejorarlo e intentar volver a enamorarme de mí misma, me provocaba más odio y asco.
Por suerte, esto pertenece al pasado, a esa época donde no sabía que la mente puede llegar a ser tu peor enemigo y confundirte tanto, que te llega a hacer ver la realidad de una manera muy distorsionada.
Cuando aprendes a no dejar que te domine, empiezan sin querer a ocurrirte cosas maravillosas y ves cómo tu vida va cambiando poco a poco y empiezas a sentirte mucho mejor con la vida. Tu vida empieza a cambiar, sí, pero eso no significa que se cumpla esa idea equivocada que tenemos en la cabeza de que la vida es maravillosa porque se cumple todo lo que soñábamos y siempre hemos querido… sino porque simplemente cambia tu percepción de ella y entonces las cosas buenas son mejores y las malas no tan malas, por el simple hecho de que ya por fin eres libre de tu mente, eres libre de ti mismo y entiendes que la vida es simplemente eso… La vida. Una vida que diriges tú mismo con aciertos y errores, pero que diriges tú y sólo tú:
Dejé de odiar mi vida cuando acepté, que ésta no es todo eso idealizado con lo que sueñas lograr, sino aquello que con tus decisiones te va llegando, tanto bueno como malo, porque lo malo no se puede suprimir y te obligas a saber gestionar tanto una como la otra. Entonces dejé de odiar mi vida, porque dejé de sentir tanta frustración todo el tiempo.
Dejé de odiar mi vida cuando aprendí que, al sentir esa sensación de odio tan inmensa, en realidad la vida me estaba avisando, de que me estaba olvidando de algo muy importante, de mí misma.
Dejé de odiar mi vida cuando todos los días me levantaba y buscaba formas y cosas que hacer, por y para mí, y mi bienestar.
Dejé de odiar mi vida cuando tenía mis deseos en mi presente.
Dejé de odiar mi vida cuando, ante una proposición de cualquier tipo, me paraba en seco 5 minutos para pensar si eso realmente, me hacía feliz o realmente me apetecía.
Dejé de odiar mi vida cuando, empecé a obligarme a dar mi opinión, sobre las cosas y empecé a dejar que los demás, pudieran escucharme.
Dejé de odiar mi vida cuando, empecé a serme fiel y decir no cuando lo sentía.
Dejé de odiar mi vida cuando, dejé de complacer a la gente que me rodeaba.
Dejé de odiar mi vida cuando, dejé de intentar ser otra persona para agradar.
Dejé de odiar mi vida cuando, acepté que cometo errores
Dejé de odiar mi vida cuando, me obligué a recordarme cada día, las cosas buenas que tengo
Dejé de odiar mi vida cuando, me pregunté ¿qué es lo que realmente deseas en tu vida? y comencé a caminar para conseguirlo.
Dejé de odiar mi vida cuando, busqué para descubrir todas aquellas cosas negativas que había en mi vida y me hacían mal, entonces busqué la manera de eliminarlas.
Dejé de odiar mi vida porque, empecé a ser consciente de qué era, lo que me estaba matando.
Dejé de odiar mi vida cuando, empecé a ser sincera con los demás y a comunicarme abierta y asertivamente.
Y cuando dejé de odiar mi vida, poco a poco y sin darme cuenta, se me fue cayendo ese manto negro que tenía delante de la cara… y entonces me empecé a sentir bien por dentro y también por fuera. Y esa sensación de sentirme mejor conmigo, más liberada y viviendo la vida pasito a pasito, hace que cada día no odie mi vida.
Ya no odio mi vida porque, he aprendido a entenderla y porque al poner en práctica todo aquello que he ido aprendiendo, veo que sé evitar las situaciones que me llevan a odiar mi vida.

“¡Lo cierto es que cuando aprendí, a no odiar mi vida, volví a nacer!”



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