domingo, 31 de julio de 2016

El Dragón, La Osa Mayor y La Osa Menor…

El Dragón, La Osa Mayor y La Osa Menor…



Si miras hacia el cielo en una noche oscura, si miras despacio podrás observar dibujado en él, Un Dragón, La Osa Mayor y su hija La Osa Menor.
¿Alguna vez lo has visto, y si has tenido la suerte de poder contemplarlo, y te has parado a pensar porqué están ahí?, ¿por qué están así de esa forma? pocas personas conocen la verdadera historia, ayer sentado en la arena de la playa, contemplando esa maravillosa puesta de sol, esperando ver, aparecer la luna rodeada de su corte de brillantes estrellas, un pequeño cangrejo se acercó a mi lado, él estaba agradecido porque un día en uno de esos paseos, lo encontré perdido y lo ayudé a encontrar su casa, por eso dijo que me quería contar la forma en la que llegaron allí.
Hace mucho, mucho tiempo, cuando el cielo estaba poblado únicamente por Planetas, Estrellas, el Sol y la Luna, existía una Osa color plateado, ese era el color de todos los animales antes de que el hombre pisara la tierra, pero de un plateado tan brillante que cuando se ponía al Sol, sólo podía verse entrecerrando los ojos, era hermosa, y además muy sabia y fuerte, por eso era conocida como la reina de la montaña.
Todos los habitantes de esa montaña sin excepción la respetaban, la consideraba su líder y ella a cambio les protegía de todos los peligros, pasado un tiempo la Osa concibió una pequeña Osita tan plateada y hermosa como ella, todos los habitantes de esa montaña lo celebraron y estaban felices con la pequeña osa que llenaba el aire con sus risas, sus juegos, corriendo entre las flores, bañándose en el río, y llenando de ternura y amor a todos los habitantes del lugar.
Un día, el Dragón de Plata, que era el señor del Valle del Agua, del río que atravesaba la montaña, decidió dar un paseo por el valle, el Dragón de Plata era un ser vanidoso, pero sobre todo estaba muy orgulloso de sus escamas de plata, por ello, cuando en su paseo por el valle vio a la Osita jugando, cantando, riendo y bañándose en el río, no pudo evitar que esa felicidad y el brillo de su pelo hicieran que su corazón se llenara de envidia, voló trazando círculos a su alrededor y en cada vuelta que daba mayor era la envidia que sentía al comprobar su felicidad.
Llevado por esa rabia y envidia, su único pensamiento era destruirla, terminar con ella, y estaba a punto de abalanzarse sobre la Osita para devorarla cuando llegó su madre, la Osa igualmente tan bella y feliz como su hija, los celos y la envidia iban llenado cada vez más el corazón del Dragón de Plata, dos criaturas con una piel más brillante que la suya, y además respetadas y queridas por todos los habitantes de la montaña era algo que él no podía permitir, pero de momento se guardó de hacer nada porque había escuchado hablar de la fuerza de la Osa, por ello se retiró a su cueva en la Fosa del Fuego para idear un plan para acabar con la Osa.
Un día la Osita estaba jugando cuando vio aparecer algo brillante en el cielo que llamó su atención, poco a poco el Dragón de Plata fue descendiendo lentamente desde el cielo, la Osita lo siguió con la mirada con gran interés mientras el Dragón se acercaba y se posaba cerca de ella y con voz dulce y cariñosa le dijo: Osita, tu madre me ha dicho que te recoja y te lleve a su lado, sube a mi lomo e iremos a encontrarnos con ella, la Osita en principio se mostró insegura, su madre le había repetido innumerables veces que jamás fuese con desconocidos, pero las palabras del Dragón eran tan dulces, parecían tan sinceras que lograron convencerla y hacerla creer que realmente su madre lo había enviado a buscarla y sobre todo le hacía mucha ilusión volar, por lo que finalmente se decidió, subió al lomo del Dragón y se fueron volando.
Pasó un tiempo y todos los habitantes de la montaña comprobaron que la Osita había desaparecido se reunieron en la cueva de la Osa, nadie sabía nada de su paradero, los Lobos habían recorrido toda la montaña sin encontrar ningún rastro, los Topos habían recorrido los túneles preguntando a los seres del mundo subterráneo si sabían algo sin encontrar respuesta, los Halcones tampoco habían visto nada en su vuelo por las alturas.
Pasados unos días, en los que la angustia llenaba el corazón de todos los habitantes, al seguir sin noticias sobre la Osita, apareció de pronto un sapo, entró en la cueva y se dirigió a la Osa: Señora de la Montaña, soy el mensajero del Dragón de Plata, Señor del Valle del Agua, mi señor les informa, de que tiene cautiva a su hija, en su Fosa del Fuego, si quieres recuperarla tienes que ir allí y entregarle tu piel, a cambio de ella, y él te devolverá a tu hija.
Un gran revuelo se organizó en la cueva, los habitantes de la montaña se ofrecieron para organizar un grupo de rescate y darle una lección al dragón, la Osa les agradeció a todos sus ofrecimientos, pero lo rechazó, ella era la única que debía ir a encontrarse con el Dragón de Plata, no podía poner en peligro a nadie más.
Tras una dura marcha la Osa llegó a la cueva del Dragón de Plata que era un agujero en la pared del valle de un río de lava, al que se accedía por una estrecha cornisa, se detuvo un momento para acostumbrarse a la oscuridad, cuando sus ojos pudieron ver a través de esa oscuridad vio a su hija al fondo de la cueva, asustada y llorando por el miedo, a su lado se encontraba el Dragón de Plata exhibiendo una gran sonrisa de triunfo.
Aquí me tienes le dijo, ya puedes dejar que se vaya mi hija, el Dragón se rio y contestó: pero de verdad has pensado que voy a dejarla ir, no puedo permitir que haya nadie en el mundo con una piel más brillante que la mía, ni tú, ni tu hija saldrán jamás de aquí, si les dejara ahora en libertad, sus hijos siempre tendrían la piel de plata, más brillante que la mía, y se lanzó sobre la Osa.
Entablaron una lucha sin igual que duró siete días con sus siete noches, esta lucha no se inclinaba del lado de ninguno, pero al ser los Dragones criaturas mágicas, la Osa comenzó a sentirse débil después de tanto tiempo, de pelear, viendo que sus fuerzas se agotaban y sabiéndose perdida, decidió salvar a su hija de las garras del Dragón aun cuando ello le costara su vida, por lo que reuniendo las pocas fuerzas que le quedaban se abrazó al Dragón y saltó con él al río de lava.
La Osita que había contemplado la enorme lucha mantenida entre su madre y el dragón comenzó a llorar, la muerte de su madre, las lágrimas que se derramaban por su cara eran de plata, en ese momento sintió cómo unas manos limpiaban esas lágrimas y escuchó una voz que le decía no llores más, no te preocupes, podrás ver a tu madre todas las noches en el cielo, y vio como con sus lágrimas en el cielo se iba dibujando su madre la Osa Mayor peleando con el Dragón para salvarla a ella la Osa Menor.
Y fue así como a partir de ese momento todo el mundo puede desde entonces ver la escena para que aprendamos y recordemos que siempre han existido y existirán almas nobles que luchan contra la envidia y la maldad, y desde entonces todas y cada una de las lágrimas que se derraman en el mundo se convierten en estrellas que iluminan el cielo.

“Clamando, por la paz mundial”.



No hay comentarios:

Publicar un comentario