El Dragón, La Osa Mayor y La Osa Menor…
Si miras hacia el cielo en una noche oscura,
si miras despacio podrás observar dibujado en él, Un Dragón, La Osa Mayor y su
hija La Osa Menor.
¿Alguna vez lo has visto, y si has tenido la
suerte de poder contemplarlo, y te has parado a pensar porqué están ahí?, ¿por qué
están así de esa forma? pocas personas conocen la verdadera historia, ayer
sentado en la arena de la playa, contemplando esa maravillosa puesta de sol,
esperando ver, aparecer la luna rodeada de su corte de brillantes estrellas, un
pequeño cangrejo se acercó a mi lado, él estaba agradecido porque un día en uno
de esos paseos, lo encontré perdido y lo ayudé a encontrar su casa, por eso
dijo que me quería contar la forma en la que llegaron allí.
Hace mucho, mucho tiempo, cuando el cielo
estaba poblado únicamente por Planetas, Estrellas, el Sol y la Luna, existía
una Osa color plateado, ese era el color de todos los animales antes de que el
hombre pisara la tierra, pero de un plateado tan brillante que cuando se ponía
al Sol, sólo podía verse entrecerrando los ojos, era hermosa, y además muy
sabia y fuerte, por eso era conocida como la reina de la montaña.
Todos los habitantes de esa montaña sin
excepción la respetaban, la consideraba su líder y ella a cambio les protegía
de todos los peligros, pasado un tiempo la Osa concibió una pequeña Osita tan
plateada y hermosa como ella, todos los habitantes de esa montaña lo celebraron
y estaban felices con la pequeña osa que llenaba el aire con sus risas, sus
juegos, corriendo entre las flores, bañándose en el río, y llenando de ternura
y amor a todos los habitantes del lugar.
Un día, el Dragón de Plata, que era el señor
del Valle del Agua, del río que atravesaba la montaña, decidió dar un paseo por
el valle, el Dragón de Plata era un ser vanidoso, pero sobre todo estaba muy
orgulloso de sus escamas de plata, por ello, cuando en su paseo por el valle
vio a la Osita jugando, cantando, riendo y bañándose en el río, no pudo evitar
que esa felicidad y el brillo de su pelo hicieran que su corazón se llenara de
envidia, voló trazando círculos a su alrededor y en cada vuelta que daba mayor
era la envidia que sentía al comprobar su felicidad.
Llevado por esa rabia y envidia, su único
pensamiento era destruirla, terminar con ella, y estaba a punto de abalanzarse
sobre la Osita para devorarla cuando llegó su madre, la Osa igualmente tan
bella y feliz como su hija, los celos y la envidia iban llenado cada vez más el
corazón del Dragón de Plata, dos criaturas con una piel más brillante que la
suya, y además respetadas y queridas por todos los habitantes de la montaña era
algo que él no podía permitir, pero de momento se guardó de hacer nada porque
había escuchado hablar de la fuerza de la Osa, por ello se retiró a su cueva en
la Fosa del Fuego para idear un plan para acabar con la Osa.
Un día la Osita estaba jugando cuando vio
aparecer algo brillante en el cielo que llamó su atención, poco a poco el
Dragón de Plata fue descendiendo lentamente desde el cielo, la Osita lo siguió
con la mirada con gran interés mientras el Dragón se acercaba y se posaba cerca
de ella y con voz dulce y cariñosa le dijo: Osita, tu madre me ha dicho que te
recoja y te lleve a su lado, sube a mi lomo e iremos a encontrarnos con ella,
la Osita en principio se mostró insegura, su madre le había repetido
innumerables veces que jamás fuese con desconocidos, pero las palabras del
Dragón eran tan dulces, parecían tan sinceras que lograron convencerla y
hacerla creer que realmente su madre lo había enviado a buscarla y sobre todo
le hacía mucha ilusión volar, por lo que finalmente se decidió, subió al lomo
del Dragón y se fueron volando.
Pasó un tiempo y todos los habitantes de la
montaña comprobaron que la Osita había desaparecido se reunieron en la cueva de
la Osa, nadie sabía nada de su paradero, los Lobos habían recorrido toda la
montaña sin encontrar ningún rastro, los Topos habían recorrido los túneles
preguntando a los seres del mundo subterráneo si sabían algo sin encontrar
respuesta, los Halcones tampoco habían visto nada en su vuelo por las alturas.
Pasados unos días, en los que la angustia
llenaba el corazón de todos los habitantes, al seguir sin noticias sobre la Osita,
apareció de pronto un sapo, entró en la cueva y se dirigió a la Osa: Señora de
la Montaña, soy el mensajero del Dragón de Plata, Señor del Valle del Agua, mi
señor les informa, de que tiene cautiva a su hija, en su Fosa del Fuego, si
quieres recuperarla tienes que ir allí y entregarle tu piel, a cambio de ella,
y él te devolverá a tu hija.
Un gran revuelo se organizó en la cueva, los
habitantes de la montaña se ofrecieron para organizar un grupo de rescate y
darle una lección al dragón, la Osa les agradeció a todos sus ofrecimientos,
pero lo rechazó, ella era la única que debía ir a encontrarse con el Dragón de
Plata, no podía poner en peligro a nadie más.
Tras una dura marcha la Osa llegó a la cueva
del Dragón de Plata que era un agujero en la pared del valle de un río de lava,
al que se accedía por una estrecha cornisa, se detuvo un momento para
acostumbrarse a la oscuridad, cuando sus ojos pudieron ver a través de esa
oscuridad vio a su hija al fondo de la cueva, asustada y llorando por el miedo,
a su lado se encontraba el Dragón de Plata exhibiendo una gran sonrisa de
triunfo.
Aquí me tienes le dijo, ya puedes dejar que se
vaya mi hija, el Dragón se rio y contestó: pero de verdad has pensado que voy a
dejarla ir, no puedo permitir que haya nadie en el mundo con una piel más
brillante que la mía, ni tú, ni tu hija saldrán jamás de aquí, si les dejara
ahora en libertad, sus hijos siempre tendrían la piel de plata, más brillante
que la mía, y se lanzó sobre la Osa.
Entablaron una lucha sin igual que duró siete
días con sus siete noches, esta lucha no se inclinaba del lado de ninguno, pero
al ser los Dragones criaturas mágicas, la Osa comenzó a sentirse débil después
de tanto tiempo, de pelear, viendo que sus fuerzas se agotaban y sabiéndose
perdida, decidió salvar a su hija de las garras del Dragón aun cuando ello le
costara su vida, por lo que reuniendo las pocas fuerzas que le quedaban se
abrazó al Dragón y saltó con él al río de lava.
La Osita que había contemplado la enorme lucha
mantenida entre su madre y el dragón comenzó a llorar, la muerte de su madre,
las lágrimas que se derramaban por su cara eran de plata, en ese momento sintió
cómo unas manos limpiaban esas lágrimas y escuchó una voz que le decía no
llores más, no te preocupes, podrás ver a tu madre todas las noches en el
cielo, y vio como con sus lágrimas en el cielo se iba dibujando su madre la Osa
Mayor peleando con el Dragón para salvarla a ella la Osa Menor.
Y fue así como a partir de ese momento todo el
mundo puede desde entonces ver la escena para que aprendamos y recordemos que
siempre han existido y existirán almas nobles que luchan contra la envidia y la
maldad, y desde entonces todas y cada una de las lágrimas que se derraman en el
mundo se convierten en estrellas que iluminan el cielo.
“Clamando, por la paz mundial”.
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