Lo que ves en los demás, es tu reflejo...
La ley del espejo.
A la hora de construir cada paso de nuestro crecimiento
personal nos enfocamos en exceso, tan solo en nuestro interior, cuando gran
parte de lo que podemos aprender reside en el exterior o en nuestro entorno de
confianza…
Muchos han sido los estudios sobre psicología personal que
afirman que el
exterior actúa como un espejo para nuestra mente. Un espejo donde vemos
reflejadas diferentes cualidades, características y aspectos personales de
nuestra propia esencia, de nuestro ser más primitivo.
“La gente solo nos devuelve el reflejo de la forma en que les
hablamos.”
Hablamos de las situaciones que frecuentemente se nos dan en
nuestro día a día cuando observamos algo que no nos gusta, de los demás y
sentimos un cierto rechazo, incluso disgusto. Pues bien, estamos ante la ley
del espejo, la cual establece que de alguna manera ese aspecto que nos disgusta,
de determinada persona existe en nuestro interior. ¿Por qué sucede esta
experiencia? Hoy te compartiremos su función y el origen de esta ley.
El defecto que percibimos, ¿está en el exterior, no en nosotros mismos?
La ley del espejo establece que nuestra inconsciencia,
ayudada por la proyección psicológica que realizamos durante ese momento, nos
hace pensar que el defecto o desagrado que percibimos en los demás solo existe
“ahí fuera”, no en nosotros mismos. La proyección psicológica es un mecanismo de
defensa, por el que atribuimos a otros sentimientos, pensamientos, creencias o
incluso acciones propias inaceptables para nosotros.
La proyección psicológica comienza a ponerse en marcha,
durante experiencias que nos suponen un conflicto emocional o al sentirnos
amenazados, tanto interior como exteriormente. Cuando nuestra mente entiende
que existe una amenaza para nuestra integridad física y emocional, esta emite
como rechazo hacia el exterior todas esas cualidades, atribuyéndoselas a un
objeto o sujeto externo a nosotros mismos. Así, aparentemente, colocamos dichas
amenazas fuera de nosotros.
Las proyecciones suceden tanto con las experiencias
negativas como con las positivas. Nuestra realidad, la trasladamos sin filtro
al mundo exterior, construyendo la verdad exterior con nuestras propias
características personales. Una experiencia, característica de la proyección
psicológica sucede cuando nos enamoramos y atribuimos a la persona amada
ciertas características, que tan sólo existen en nosotros.
Proyectamos sobre el entorno nuestra propia realidad
La ley del espejo se refleja cuando afirmamos “conocer” muy
bien a otras personas y en realidad lo que hacemos es proyectar sobre ellas
nuestra propia realidad. Cuando se da esta situación estamos superponiendo
nuestra visión, proyectada de nosotros mismos sobre la imagen física de dicha
persona, captada por nuestros sentidos.
Ser conscientes de aquello, que proyectamos en los
demás nos permite descubrir cómo somos en realidad. El permitirnos tener
constancia de este mecanismo mental nos facilita recuperar el control sobre lo
que está sucediendo en nuestro interior para poder hacernos cargo y trabajar,
aquellos aspectos de nosotros que no deseamos mantener o queremos transformar a
positivo.
“Pero lo vi… Mi espíritu sin calma era ya, de tu espíritu, un
reflejo. Toda mi alma se espació en tu alma, y en ella se vio, como en claro
espejo.”
-Pedro Antonio de Alarcón-
Es imprescindible recordar que todo lo que llega a través de
nuestros sentidos lo damos como cierto, sin reconocer muchas veces la parte de
interpretación o de subjetividad que hay en ello. Vivimos de acuerdo a esta
forma de percibir la realidad, creando distorsiones negativas o que nos generan
malestar a la hora de relacionarnos con las personas de nuestro entorno,
incluso con nosotros mismos.
Si queremos emplear este recurso natural “el proyectar” de
forma sana y plena, para obtener un crecimiento interior saludable, la
meditación (aquí y ahora) nos ayudará a trazar dicha frontera, facilitándonos
el aprender a ver las cosas como realmente son. Siempre recordando
la premisa de que “observar dice más sobre el observador que sobre lo que se
observa”.
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