El valor de la Empatía... (Segunda y última parte).
Ser capaz de leer las emociones de otra persona nos permite navegar con acierto en el propio mar de nuestra relación con ella, y para ello nuestra capacidad de escuchar con los cinco sentidos, resulta fundamental.
Además de las palabras, existen muchísimos otros mecanismos llenos de significados. La postura, el tono o intensidad de voz, la mirada, un gesto e incluso el silencio mismo; todos son portadores de gran información, que siempre está a nuestra disposición, para ser descodificada y darle la interpretación apropiada.
Aunque la simpatía nos permite sentir los mismos estados emocionales que experimentan los demás, la empatía va mucho más allá, puesto que implica sentir tales estados en el corazón y comprender los con la mente e incluye la comprensión de las perspectivas, pensamientos, deseos y creencias ajenas.
No es raro que creamos comprender al otro, sólo en base a lo que notamos superficialmente. Pero lo peor, puede venir al confrontar su posición con la nuestra y no "ver" más allá de nuestra propia perspectiva y de lo aparentemente "evidente".
El proceder con empatía no significa estar de acuerdo con el otro, ni implica dejar de lado las propias convicciones y asumir como propias las ajenas o someterse a los deseos de otras personas. Se puede estar en completo desacuerdo con alguien, sin por ello dejar de ser simpáticos y respetar su posición, aceptando como legítimas sus propias motivaciones.
Es posible que alguna vez nos hayamos preguntado porque la gente no busca apoyo en nosotros o se retraen a la hora de hablarnos de sentimientos.
En ocasiones damos a nuestros pensamientos la máxima importancia, comportándonos indiferentes y poco amables; queremos ser entendidos, sin antes intentar comprender a los demás.
Entre los errores que solemos cometer con más frecuencias está esa tendencia a quitarle importancia a lo que le preocupa al otro e intentar ridiculizar sus sentimientos:.
"¡Pero cómo te vas a preocupar por semejante tontería!". Al escuchar con prejuicio y dejar que nuestras ideas y creencias influyan a la hora de interpretar lo que les ocurre, a prejuzgar y acudir a frases del tipo. "Lo que has hecho está mal". "De esta forma no vas a conseguir nada". "Nunca haces algo bien" o a sentir compasión:.
"¡Que pena me das!" O incluso a mostrarnos fríos y distantes o expresar razonamientos en favor de nuestra postura.
Es importante tener presente que es el momento del otro y no el nuestro.
Vivir el valor de la empatía puede ser sencillo si nos detenemos a pensar un poco más en los demás, si escuchamos activamente y con respeto y demostramos comprensión cuando la persona lo necesita o con delicadeza le ofrecemos un momento próximo para hacerlo, evitamos juicios prematuros e interrupciones y olvidarnos nuestros propios pensamientos o evitamos convertirnos en un experto que se dedica a dar consejos.
El éxito de tu relación con otras personas depende en gran medida de tu capacidad de empatía. Como líder de tu propia vida, eres tú quien decide de qué forma y en qué grado lo conseguirás....
Un abrazo, muchas gracias...
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