sábado, 27 de junio de 2015

Vivir con una mente flexible, no te rompes...

    Es probable que a lo largo de tu vida hayas conocido a personas que buscan un perfeccionismo incalculable, que no aceptan equivocarse, ni rectificar o tratan de imponer, como sea, su punto de vista. Tal vez hayas observado esos comportamientos en ti misma/o.

    ¿Te has sentido alguna vez relajada/o, alegre o feliz en cualquiera de estas situaciones?...

    "Nada hay más peligroso que una idea, cuando no se tiene más que una"; decía un filósofo francés.
    El cerebro humano tiende a clasificar y buscar explicaciones, a simplificar y debatir entre el blanco y negro, lo bueno y lo malo.
    Una vez que eres consciente de esto.
    ¿Deseas una mente de arcilla o una mente de piedra?.
    ¿Una mente que secuestre la verdad o que la ponga en remojo?.
    La respuesta no es fácil. Puede afectar a tu salud, tus relaciones sociales y tu éxito profesional y personal.
    Las personas rígidas son excesivamente auto exigentes consigo mismas y con los demás. Una característica propia de los individuos inflexibles, es resistirse a cambios de comportamiento o creencias, por mucho que la evidencia y los hechos les demuestren que están equivocados. Son personas que viven en su limbo, distorsionado de la realidad y rechazando todo aquello que les genera incertidumbres. No toleran ambigüedades, ni contradicciones y suelen ser víctimas de sus propios prejuicios.
    Este tipo de actitudes genera sentimientos de estrés, angustia y miedo. Pueden tornarse con agresividad e irracionales, quienes la sufren. La rigidez hace que una persona se muestre autoritaria, y tienda a perder los estribos o paralizarse cuando algo rompe sus esquemas.
    Quien adopta una postura inflexible, no admite perder el control de las cosas, tiene miedo a equivocarse y transita por el mundo de los "debería". Es probable que busque lo inalcanzable, tanto en sus relaciones como en sus metas personales, y se muestre intransigente. De modo que, si las cosas les salen mal, les costará generar alternativas o cambiar el camino.
    Puede que algunas de estas pautas nos resulten familiares en nuestra conducta. Tal vez las reproduzcamos de forma aislada, pero cuando son nuestra tónica de vida.
    ¿A dónde nos conducen?.
    Reconocer que podemos equivocarnos y que no sabemos realmente lo que ocurre dentro de las personas y del mundo que nos rodea, nos brinda la oportunidad de crecer y aprender.
    "Si uno realmente quiere re descubrir las maravillas", afirma la periodista y conferenciante Kathryn Schulz, "tiene que apartarse de la razón y mirar alrededor... mirar la inmensidad, la complejidad y el ministerio del universo, y poder decir:. ¡Qué sé yo!; Quizás me equivoque"...
    Vivimos tan programados que llegamos a olvidar que la vida no es un cuadrilátero. No todo cuadra en ella a la medida de nuestros cánones y gustos personales. Aprender a manejar la incertidumbre, adaptarte a las circunstancias y al medio y ser capaz de rectificar, resulta básico para la supervivencia y felicidad personal.
    Ser flexible nos permite afrontar el camino y adaptarnos a él, transitar por lo inesperado, con tolerancia y con una adecuada gestión de nuestras emociones, aceptar las diferencias, críticas y discrepancias, reconocer y corregir errores, superar ideas y prejuicios arraigados y abrirnos a nuevas experiencias y puntos de vista.
    Algunos individuos persiguen sus objetivos de forma fija y obsesiva, hasta el punto de que, en el ínterin, se olvidan de vivir. Nada que no sea lo que ellos han concedido, y encajen sin fisura con la realidad. O eso o lo nada.
    Creer que la vida se adaptará exactamente a nuestros deseos, puede mantenernos ocupados y esperanzados, pero no deja de ser una utopía. Para encajar la línea recta y rígida de las ideas personales en el terreno ondulado de la vida hemos de convertir esas ideas en una línea flexible.
    En ocasiones se confunde la flexibilidad con la habilidad de carácter. La ausencia de fuerza y determinación o la incapacidad de afrontar responsabilidades no es flexibilidad. Ser flexible no significa ceder ante todo ni dejarse llevar por todo, sino buscar ese equilibrio justo por el que nos hacemos compatibles con las circunstancias, eventos y personas que nos rodean mientras continuamos siendo nosotros mismos.
    Cuando escuchamos con pleno silencio interior y somos capaces de creer que lo que cuentan o sienten el resto de individuos es tan real y verdadero como lo que contamos y sentimos nosotros, cuando podemos seguir manteniendo una relación correcta o cordial con las personas, que una vez nos hicieron, o si nos damos la oportunidad de hacer cada día algo distinto de lo que hasta ahora hemos hecho, estamos siendo flexibles. Y lo cierto es que una mente flexible nos permite vivir mejor y transitar por la vida con menos traumas.
    Si nada permanece inmóvil en el tiempo, sostener verdades inamovibles, chocaran de lleno con la realidad. Como consecuencia de ello, acumularemos malestares y frustraciones.
    Revisar nuestras creencias y reconocer las limitaciones que todos tenemos, es un ejercicio saludable y enriquecedor.
    Cuando dudas o te equivocas descubres cosas que antes ignorabas y esto amplía tu perspectiva de la realidad....
    Gracias, por estar ahí, un abrazo fuerte...


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