domingo, 21 de junio de 2015

La Generosidad y su Bienestar...

    Cada uno de nosotros tiene algo para dar: su tiempo, sus recursos, su afecto...

    La generosidad refleja la pasión del individuo en la ayuda y se manifiesta en un hábito de dar y entender a los demás sin esperar nada a cambio.

    En el día a día encontramos múltiples ejemplos de esta actitud positiva:.

    La persona que se ofrece a escucharte o consolarte en un mal momento, aquella que utiliza sus habilidades, conocimientos o bien para ayudarte, o que simplemente te cede su silla, o te regala una sonrisa en sus labios.

    Cada vez que sabemos aparecer o desaparecer con discreción en el momento oportuno, guardar silencio si la situación de la otra persona lo requiere, aceptarla como es y sin emitir juicios, estamos actuando con generosidad. Como escribe Louise Hay:. 

"Lo único que podemos hacer por los demás es amarlos y dejar que sean quienes son, saber que su verdad esta dentro de ellos y que cambiarán cuando quieran hacerlo".

    Practicar la generosidad en las relaciones conlleva no sentir la necesidad de que el otro reconozca sus fallos. Cuando le decimos a alguien que está cometiendo un error o pretendemos que "de su brazo a torcer", podemos herirle en su autoestima y provocar una pérdida de confianza, la generosidad no pasa facturas innecesarias. Alcanzaremos la paz interior y ayudaremos a que otros la alcancen cuando seamos sanadores en lugar de jueces.

    Si alguien decide sentirse como un títere de las circunstancias en las que vive, está en su derecho. Cada decisión individual es como un movimiento en un tablero de ajedrez destinado a resolver la partida personal. Cada persona goza de la libertad interna de elegir y mueve sus piezas de acuerdo con dicha elección.

    Compartir con sencillez lo que uno es y lo que uno tiene, permite descubrir cuan útiles podemos ser en la vida de nuestros semejantes y nos colma de alegría, bienestar y paz interior.

    Esta actitud positiva de dar, compartir y entender también repercute en nuestra salud. En su libro:. "El poder de la intención", de Wayne Dyer explica cómo ser generoso, estimula el sistema inmune y la producción de serotonina en nuestro cerebro provocando paz y bienestar, tanto a la persona que efectúa la acción como la que la recibe o la observa.

    No obstante, la generosidad empieza por uno mismo y no debe confundirse con la autodestrucción. A menudo el falso ego que todos llevamos dentro, ("el diablillo") espera que la generosidad comience por el otro, y aunque esto en nada se parezca a ser generoso, abrirse a que el otro nos avasalle es auto destruirnos.

    No hagas las cosas para que te las agradezcan, pero trata de hacer las a gente agradecida, dice un proverbio.

    Nuestra "auto generosidad" harán que nos marchemos de los lugares donde no nos aprecian, de las situaciones que sólo llevan a un dolor inútil, de las humillaciones que ningún ser humano debe permitir, de la rabia o el odio.

    Por encima de todo no deberíamos perder nuestro propio respeto, valoración e identidad, ni tampoco la conformidad con nosotros mismos.

    Soltar, dejar ir, desprenderse, vaciarse, son expresiones que tienen que ver con la práctica de la generosidad y que nos sugiere conductas libres de apego y posesiones. Conductas dadivosas y receptivas que generan alegría y bienestar en todos los implicados.

    Puesto que somos seres independientes, nuestras alegrías y desgracias están íntimamente vinculadas a los demás. Practicar la generosidad nos permite experimentar como el bienestar personal está inevitablemente entretejido con el bienestar de los otros, de modo que para cultivar plenamente ese bienestar propio habremos de cooperar en el bienestar ajeno...

    Conduce tu vida con generosidad...

    Gracias, un abrazo....

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