La adolescencia se
ha extendido hasta los 35-40 años.
Fernando Alberca, autor de Tú
también puedes ser Einstein, explica cómo conseguir que nuestra vida sea más
eficaz, fructífera y feliz
Cuando el autor de Tú
también puedes ser Einstein habla de inteligencia, no se refiere exactamente al cociente
intelectual del famoso premio Nobel. Se refiere a la capacidad de las personas,
de enfrentarse y de resolver problemas. Este genio universal no solo utilizó su
inteligencia, o su elevado CI. Utilizó también la imaginación, la emoción, el
humor, la necesidad de reconocimiento, la apatía en el trabajo en el que se
encontraba, y, por tanto, la necesidad de un cambio, el no tener nada que
perder, el descaro de ser irrespetuoso con todo lo que se había escrito al
respecto… Pesa
mucho más la personalidad que la inteligencia. Y cuenta mucho más la seguridad, o la autoestima, a la hora de encontrar
cuál es nuestro talento. Y el talento, además, es algo que todos tenemos, añade
este profesor, asesor educativo y consultor en relaciones familiares y
desarrollo del rendimiento. Alberca es, en definitiva, un firme convencido de
que hay cientos de Albert Einstein por ahí sueltos y que, para encontrarlos, solo
es necesario abrir "el tarro de las esencias".
—Usted en su libro asegura
que todos tenemos treinta y cinco puntos fuertes.
-Albert, como todas las
personas era único, y asoció las ideas de una forma única, como hace todo ser
humano que es consciente de que es único. Si buscáramos que podíamos aportar
cada uno a la humanidad que nadie ha aportado antes, descubriríamos que todos
tenemos muchas cosas qué hacer. No se trata de sobrevivir, sino de vivir
plenamente. Y todas las personas que consideramos genios, en cualquier ámbito…
es lo que han hecho, desde Rudolf K, Nureyev a Audrey Hepburn o Teresa de
Calcuta, en todos los ámbitos uno puede ser un artista de la vida, y hacer de
esta un puro arte en beneficio de toda la humanidad. La vida es demasiado
valiosa como para vivirla a medias y como para no saber qué hacer cuando se
tiene un objetivo que se desea.
—¿Por qué nos cuesta tanto
elaborar esa lista de puntos fuertes de la que habla?
—En consulta constatamos que a
los niños les cuesta mucho más decir cinco cosas buenas de sí mismos, pero a
los padres les cuesta todavía más llegar a diez cosas buenas de sus hijos. Sin
embargo, cualquier extraño hablando con ese mismo chico o con el padre puede
ver más de treinta y cinco puntos fuertes. Siempre que uno sepa mirar y ver
positiva mente claro. El ser humano suele ser más inteligente de lo que piensa
él mismo y de lo que advertimos la mayoría. Como es también más sensible, más simpático, más amable, y sabe mucho más de lo que cree de las cosas que
realmente importan. En cualquier caso, tiene más talento del que ha descubierto
y lo desperdicia.
—Este libro llega después de
Todos los niños pueden ser Einstein, y está enfocado a los adultos, pero parece
una lectura muy recomendable para adolescentes.
—Cualquier persona es
susceptible de leer el libro, pero respecto a la pregunta, tengo constancia de que,
a los adolescentes de 15, 16 años, les está encantando. Ha habido varios que me
han dicho que hay un antes y un después en su vida. El adolescente siempre
responde, es facilísimo, es muy previsible y fácil de saber qué necesitan. Lo
que caracteriza la adolescencia es la inseguridad, la falta de
confianza en sí mismos. Están muy necesitados de cualquier apoyo. Es muy fácil
de hablar con ellos, pero hay que entender su mensaje.
—En otras ocasiones le he
hemos escuchado que la adolescencia se ha extendido a los 35-40 años.
—Así es. La
adolescencia se ha extendido como mínimo hasta los 35-40 años. Ahora los hábitos de las personas de 40 años son muy
adolescentes: sus opciones de ocio, su forma de enfrentarse a los problemas, la
sociedad de consumismo en la que vive, que le hace no tolerar que sus deseos no
se cumplan en el momento, o a no entender que a menudo se depende de la
voluntad de otro. Se siente inmortal, cree que nunca le va a pasar nada, o que
va a ser eternamente joven y que siempre podrá remediar sus actos. No se
enfrenta a grandes retos (compromiso matrimonial, por ejemplo) por temor a
fallar... Es una evidencia palpable que el periodo de la adolescencia se está
dilatando mucho por falta de seguridad, de autoestima, o de no haber alimentado
un desarrollo interior profundo. De forma curiosa y a la vez, el adolescente
está soportando conflictos que le deberían hacer madurar antes. Desde un bullying o acoso escolar, a una separación polémica de
sus padres, o a tener que ver cómo estos rehacen por cuarta vez su propia familia.
—Para comerse el mundo, como
usted no se cansa de invitar a hacer en su libro, ¿nunca es tarde?
—Absolutamente. Tenemos
muchísimos ejemplos de gente que lo ha logrado cuando ya no se esperaba de
ellos. Lo que ocurre es que el concepto de fracaso y éxito lo tenemos
equivocado. Basta enfocar mejor los fracasos para entender que pueden ser el
inicio de un éxito muy grande. Y esto nos lo enseñan multitud de personajes
actuales a los que hago referencia en el libro. En cualquiera de sus biografías
se puede ver cómo sus fracasos fueron el principio de una excelente
oportunidad. De hecho, es en el fracaso donde empieza realmente un éxito más
interior y que luego da mucho fruto exterior. Hablamos de Steve Jobs, el creador de Apple, de Joanne K, Rowling, autora de Harry Potter… etc. Podría poner cientos de
ejemplos. Todo el mundo que tiene éxito empezó por un fracaso. Y siempre se
puede aprender y comenzar el camino hacia el éxito. Todo es cuestión de ponerse
a trabajar con lo que tenemos. Lograr algo no es desearlo, sino hacer lo
preciso para conquistarlo. Lo malo no es fracasar, sino abandonar o
desesperarse.
—En otras sociedades no se
tiene tanto miedo al fracaso como en la nuestra.
—La diferencia nuestra es que
nosotros nos auto etiquetamos, y la etiqueta es una losa. Es como si nos
importara mucho el qué dirán. No tenemos ese espíritu de demostrar a la
historia que lo que tenemos vale mucho. Este prejuicio si lo tenemos. Además,
hoy por hoy estamos pasando momentos de baja autoestima. Tanto padres como
hijos, jefes subordinados, compañeros de trabajo, todos pasamos por una crisis
de baja autoestima. Siento mucho ver a tanta gente valiosa que no se pone en la
órbita donde los fracasos pasan a ser éxitos. Debemos saber que estos
personajes del libro han triunfado pese a los problemas. La felicidad es
compatible con los problemas y el éxito es compatible con todas las
circunstancias… Basta leer estas biografías.
—¿Dónde está el fallo,
entonces? ¿Falta de autoestima, voluntad, y motivación?
—Para triunfar es necesario
tener el apoyo de, al menos, tres personas. Tres personas ante las que no te
permitas quedar mal, porque ya creen que eres excelente y eso te permita
arriesgarte. Cuando uno es excelente es porque tiene fuerzas para luchar. Pero
cuando uno cree que es mediocre, no encuentra ninguna fuerza. Lo que ocurre es
que conceptos como fuerza de voluntad, motivación o autoestima están
absolutamente vacíos en nuestra sociedad. Esperamos que lleguen, pero no hemos
aprendido a dar los pasos para conseguirlos. El libro está lleno de consejos
muy sencillos y aptos para que todos puedan subir su autoestima.
—Asegura Fernando Alberca en
su libro que la motivación interna no existe. Entonces, ¿de dónde viene ese
impulso?
—Soy un firme convencido de que
la motivación es siempre externa. Hasta la interna, aquella que se tiene por
satisfacción propia, siempre tiene detrás un reconocimiento de alguien, de una
persona allegada. Y esto la convierte en motivación adquirida, porque viene por
el exterior. La motivación interna la pone alguien de fuera externamente. Los
adultos nos movemos siempre por alguien, por poder, por cariño, por
generosidad, por compensar, siempre hay un referente externo que nos impulsa.
—Dice usted que la
inteligencia crece con la edad. ¿Cómo es posible?
—Si tomamos la inteligencia
como la capacidad de resolver problemas, al final, quien es más inteligente es
quien ha aprendido a resolver los problemas más importantes. Hay gente con
muchas carreras que es muy torpe a nivel emocional… Los problemas importantes y
existenciales del ser humano son los que debe aprender a resolver uno mismo,
pero para poder afrontarlos bien hace falta experiencia. Los problemas son una
bendición en la vida.
—Por eso insiste también que
el adulto tiene más capacidad de ser feliz que un niño.
—Es que la madurez tiene mucho
que ver con haber aprendido a convivir con los problemas. El adulto tiene más
capacidad de felicidad porque sabe resolverlos, tiene más capacidad de dar amor
y de recibir, y de entender cómo es la vida, y cómo es él mismo, frente a un
niño. Cuando uno es pequeño tiene mucha seguridad porque el responsable es
otro. Y esta compañía es la que echamos de menos los adultos, lo fácil que era
cuando teníamos un padre o una madre que nos quería incondicionalmente, sin
esperar nada a cambio. Ahora sentimos que nos toca tirar del carro, y nos hace
añorar esta etapa, pero eso no es la felicidad. Por eso decía que la felicidad
es compatible con los problemas. Porque la vida está llena de problemas. Entenderlos y enfocarlos,
saber cuál es la relación que tenemos con nosotros mismos… es la única forma de
situarnos mejor en la órbita de la felicidad y del éxito. La felicidad va unida
al acierto, a la inteligencia, al éxito… pero hay que esforzarse por unirlo.
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