Tú no eres tus pensamientos.
Me gustaría compartir con ustedes unas reflexiones que he
hecho junto a alguien a quien quiero mucho últimamente. Es una persona que se
deprime con mucha facilidad y que tiene una autoestima muy baja. La salud de la autoestima depende en gran
medida de tus pensamientos y tú no eres tus pensamientos. Del mismo modo que no
eres unos ojos de color azul, o un pelo rubio, unas libras de más o unas manos,
o demasiado pequeña/o.
Tus pensamientos van por libre y es algo que cuando antes
entiendas, aceptes y aprendas a controlar antes podrás salir de la vorágine en
la que te metes cuando caes en los pensamientos negativos. La autoestima es la
capacidad de apreciarnos a nosotros mismos, de querernos, viene a ser la idea
que tenemos de nosotros mismos, cómo nos vemos, cómo creemos que somos, pero
también tiene que ver con todo aquello que nos pasa y cómo nos relacionamos con
ello. Nuestra forma de afrontar la vida depende de la forma de pensar que
tengamos y de la salud de nuestra autoestima. Los pensamientos y la forma que
tenemos de enfrentarnos a ellos determinarán la salud de nuestra autoestima, el
modo de enfrentarnos a la vida y el nivel de felicidad que sintamos. La autoestima es muy necesaria para
afrontar con garantía y seguridad las distintas cosas que nos van pasando, sin
una buena autoestima no seremos capaces de enfrentarnos a retos, pues no nos
creeremos capacitados para conseguirlo y tampoco seremos capaces de superar los
problemas pues se nos harán mucho más grandes de lo que serían, o nos
parecerían, si lo viéramos de forma positiva. Tener una baja autoestima es un
modo de relativizarlo todo. Para ayudarte a mejorar con tu autoestima y a
superar los problemas con los que te vas encontrando. Aquí tenemos las pistas o
clave para que salgas del agujero y puedas ver la vida con optimismo y
seguridad.
Cómo entender los pensamientos.
En primer lugar, diremos que los pensamientos se
auto alimentan a ellos mismos. Hemos hablado ya muchas veces en este blog de
cómo funciona el cerebro, que es una máquina de procesar información. Procesa
mucha más de la que nos podamos imaginar y sólo somos capaces de ver y entender
una parte de estas. Como el cerebro tiene que procesar mucha información cada
vez, lo que hace es automatizar ciertos procesos, los pensamientos forman parte
de ello. De este modo si siente que tienes miedo, recurrirá a lo que sabe sobre
el miedo y te preparará para enfrentarte a esa situación.
Así, si nos sentimos asustados ante algo, recordaremos la
última vez que nos asustamos y sabremos cómo reaccionar, o por el contrario
tendremos más miedo, dependiendo de cómo hayamos salido de la situación la vez
anterior.
Además, el cerebro tiende que recordar cosas a medida que se
meten en el contexto. Cuando ves fotos eres capaz de recordar muchos detalles
sobre un día que si no vieras la foto no recordarías. El cerebro hace lo mismo
con los pensamientos. Cuando el contexto es favorable a determinada cosa,
genera más pensamientos relacionados. En el caso de una foto de un cumpleaños
infantil puedes recordar los regalos que te hicieron ese día, aunque no estén
en la foto, en el caso de un pensamiento negativo, puedes llegar a pensar que
tú no vales para nada. El caso es que el cerebro encuentra un contexto concreto
y se pone a recordar y a pensar del modo que proporciona el contexto. Así,
cuanto peores sean tus pensamientos y más frecuentes sean los pensamientos
negativos y dañinos, más fácil será que pienses de este modo y más difícil será
que salgas de esta situación.
Piensa que nuestro cerebro no necesita más que una pequeña
chispa para ponerse en marcha. Cuando acumulas gran cantidad de pensamientos y
experiencias negativas, es mucho más fácil llenar de nuevo el espacio de
nuestros pensamientos con negativismo. Una pequeña cosa, que consideres
negativa, puede funcionar exactamente igual que la foto del día que soplaste
las velas de tu séptimo cumpleaños: es un entorno conocido dispuesto en el que
encontrarás muchos más recuerdos que tiran del primero.
Imaginemos que tu momento negativo es que te has dormido.
Rápidamente pensarás que estás tan cansado, que tu vida es un desastre, que es
agotador, que ya no puedes más, que cada día lo haces peor, que vas a llegar
tarde al autobús, tendrás que coger el siguiente, que va lleno de gente y no
solo vas a llegar tarde al trabajo, sino que llegarás sudado y de mal humor.
Estar de mal humor en el trabajo es casi una garantía de que todas las llamadas incordian tes te entren a ti ese día, vas a tener que atender a un montón de personas que están enfadadas y que no entienden que tú no tienes la culpa de
sus problemas pero que te van a usar para descargar su malestar. Podría seguir
mucho rato, las personas que piensan de este modo, encadenan unas cosas con
otras y siempre tienen motivos para estar enfadados, pensar que las cosas les
van mal y justificar que la culpa es toda de ellos, o de los demás, si se sienten
víctimas de las circunstancias.
Este tipo de pensamientos, como ves se alimentan a sí
mismos. Sería como que el primer pensamiento es una gota de agua que cae sobre
una tierra llena de semillas dispuestas a brotar en cuanto haya las condiciones
necesarias. Y siempre las hay. Cuanto más crecen las semillas más agua les cae
encima por lo que pronto tendrás una selva de pensamientos negativos. Cuando
consigues controlarlos se quedan de nuevo como semillas inertes esperando a que
una nueva gota de agua las haga brotar, por supuesto hay más semillas que la
última vez que se desencadenó la crecida puesto que has añadido todas tus
últimas experiencias negativas a las que ya tenías.
Pronto veremos por qué los pensamientos son inevitables y
qué podemos hacer para que no nos controlen nuestros pensamientos, sino que
seamos nosotros quienes les controlemos a ellos. Recuerda que tú no eres tus
pensamientos. Si estás preocupado por este tema probablemente necesites un
empujón para ayudarte a subir tu autoestima, entrar en una espiral de
pensamientos negativos es lo que hace que la tengas por los suelos.
Continuamos hoy con el
artículo sobre los pensamientos que iniciábamos en el Escrito En él te contaba
que tú no eres tus pensamientos, hoy voy a seguir explicando por qué digo esto
y cómo lo puedes comprobar por ti mismo. Una vez lo ves y te das cuenta de que
es así es mucho más fácil conseguir controlarlo. Los pensamientos son algo, que
como vimos, funcionan mejor si se crea el ambiente adecuado para ellos. Vimos
como los recuerdos llegan mejor a nuestra mente si olemos algo que nos traslada
a un momento determinado o si vemos una foto de un día del que no tenemos
muchos recuerdos, al ver la imagen los recuerdos vienen por sí mismos. Es fácil
llamar a determinados pensamientos, pero como puedes ver no es fácil recordar o
pensar algo concreto, por mucho que creamos que sí.
Puedes fingir que piensas
algo: soy alta/o, rubia/o y con ojos azules. Y lo pienso sí, pero no me lo
creo, por lo tanto, en realidad no lo estoy pensando, estoy hablando desde mi
cabeza, lo pronuncio cerebral mente, por decirlo de alguna manera, pero en
realidad no lo pienso. Podría decirlo en voz alta, y por mucho que lo diga, no
soy rubia/o, ni alta/o, ni tengo los ojos azules, así que no voy a poder pensarlo
en la vida. Por tanto, no te engañes creyendo que tú ya eres capaz de pensar
cosas positivas, puede que sí, pero que en realidad no te las creas, como me
pasa a mí con el color de mis ojos si digo que son azules.
Así pues, los pensamientos,
lo que de verdad cree nuestro cerebro, no siempre los podemos elegir, no
siempre podemos cambiarlos, ni siempre podemos llamarlos cuando les
necesitamos, aunque hay modos de hacer que el cerebro encuentre un contexto y
recuerde. Lo saben quién estudia, por ejemplo, recordando la disposición de la
información en la página. Cuando le das al cerebro un contexto funciona mucho
mejor. Y eso, ni más, ni menos, es lo que hacen las personas con baja autoestima, en su cabeza siempre está preparado el contexto del
“todo va mal”. De este modo un pequeño pensamiento negativo, encuentra el
contexto perfecto para enraizar, crecer y unirse a otros muchos pensamientos
negativos, que hunden una vez más a la persona con baja autoestima. Esto es
algo que tienes que cuidar con cariño, tu autoestima determinará el modo en el
que ves el mundo y el mundo te ve a ti. Cómo
mejorar la autoestima, con el que
aprenderás a controlar los pensamientos negativos sobre ti mismo y los
cambiarás por pensamientos positivos, que acabarán creando un nuevo contexto en
el que tu cerebro funcionará de forma más positiva.
Cómo observar tus
pensamientos
Hoy quiero proponerte una
práctica para que veas por ti mismo cómo es casi imposible controlar lo que
piensas. Se trata de una pequeña meditación. No te asustes, muchas personas
asocian meditación con algún tipo de rezo, pero no tiene nada que ver con la
religión, no voy a hacerte cambiar de credo ni de Dios. Se trata simplemente de
estar unos instantes contigo mismo buscando la conexión con tu yo interior. El
que no ve nadie, muchas veces ni siquiera tú mismo.
La meditación busca dar voz,
escuchar a nuestro subconsciente más allá de los pensamientos que nos persiguen
todo el día, por ello, el primer objetivo de una meditación es no pensar. Se
supone que cuando dejamos la mente en blanco, algo que verás es muy difícil de
hacer, podemos escuchar lo que realmente pensamos. Aunque nunca llegues a tener
ese nivel de concentración en la meditación, meditar es una práctica muy buena
para luchar contra el estrés y para relajar los músculos y tener más energía
para el día a día.
Como decía el objetivo de la
meditación es no pensar. Dejar la mente en blanco. Prueba a hacerlo del
siguiente modo.
Túmbate, de modo que estés
cómodo y no tengas frío. Cierra los ojos y trata de liberar las tensiones del
cuerpo. Localiza donde están y al sacar el aire de la respiración piensa que
estás liberando esa zona. Poco a poco ves relajando la respiración y
concéntrate en ella.
Si no te apetece hacer una
meditación larga prueba a hacerlo sólo un minuto. Para ver cómo funcionan tus
pensamientos será más que suficiente.
Tu objetivo en esta
meditación es concentrarte en tu respiración, en nada más que eso. Siente cómo
entra el aire en tus pulmones a través de la nariz, sigue su recorrido tanto
como puedas y dirígete a la zona más baja de los pulmones de modo que al
respirar se levante el estómago y no las costillas. Si no sabes cómo hacerlo
pon la mano sobre tu barriga y trata de levantar la al respirar.
Respira de este modo durante
un minuto, sin pensar en nada más que en respirar, cómo entra el aire y cómo
sale. Simplemente respira.
Puedes hacerlo ahora mismo,
sentado, o de pie, donde estés leyendo esto. Simplemente cierra los ojos si
puedes y si no mira un punto fijamente y trata de abstraerte de los ruidos y el
entorno durante un minuto mientras piensas únicamente en tu respiración. No
pienses en nada más. Hazlo antes de seguir leyendo esto.
Si lo has hecho seguramente
habrás comprobado que es imposible no pensar. Por muchas ganas que le hayas
puesto y muy buena intención que tuvieras seguro que en algún momento te has
descubierto pensando en algo que te rodea, con un pensamiento que no tiene nada
que ver con lo que haces. Puede que no te hayas dado cuenta y hayas escuchado a
tus pensamientos o puede que hayas sido consciente de ello y voluntariamente
hayas regresado a la meditación.
Sea como sea, te acabas de
dar cuenta que, aunque no quieras pensar los pensamientos vienen a ti sin que
puedas evitarlo. Es así, si no has podido comprobarlo, sigue meditando en
tiempos más largos para que veas cómo los pensamientos están ahí, quieras o no
quieras, y no siempre piensas en cosas que tienen lógica. Cuando meditas pasan
por tu cabeza pensamientos que realmente te sorprenden.
El ejercicio de hoy, pues es
meditar, para ver cómo funcionan los pensamientos. En el escrito seguimos y te
cuento qué hacer con ellos. Como comprobarás, controlarlos es complicado por lo
que te recomiendo un buen entrenamiento en autoestima para pensar de forma
positiva deliberadamente: Cómo
mejorar la autoestima.
Si nos has seguido estos últimos días ya habrás leído las
dos primeras partes de este artículo. Si no lo has hecho te recomiendo que lo
hagas, en
el primero de ellos, hablábamos sobre cómo funcionan los
pensamientos, que necesitan un entorno conocido para reproducir los recuerdos,
los pensamientos se producen en cadena y cuando un pensamiento malo acude a tu
cabeza, si encuentra un entorno favorable, iniciará una serie de pensamientos
negativos encadenados que pueden alargarse durante todo el día y continuar al
día siguiente. Seguro que lo has vivido. Quieres tener un buen día, pero te
pasa algo malo y después todo sigue mal.
El segundo artículo de esta serie queríamos demostrar que
los pensamientos son independientes de ti. No siempre controlas lo que piensas.
Ni siquiera puedes controlar pensar o no pensar. Los pensamientos van y vienen
y es realmente complicado gestionarlos, como para pedir que los controles. Lo
comprobamos en el artículo dos con una sencilla meditación que puedes hacer en
un minuto y con la que comprobarás, que, aunque no quieras los pensamientos
llegan a tu cabeza o salen de ella, como sea.
La tercera parte de este artículo, una vez hemos comprobado
que no tenemos el control sobre lo que pensamos ni cuándo los pensamientos
vienen a nuestra cabeza, consiste en explicar precisamente el título del
artículo: tú no eres tus pensamientos. Solemos necesitar este tipo de
explicaciones cuando lo que pensamos no nos gusta, cuando nos lleva a actuar de
un modo que no querríamos y cuando nuestra vida gira entorno a un negativismo
constante. Aunque entiendas y practiques lo que exponemos en esta serie de
artículos es necesario que refuerces tu autoestima ya que después de mucho
tiempo de pensamiento negativo es imposible que esté intacta. Aunque no sientas
que tienes problemas de autoestima, te recomiendo que obtengas herramientas para
superar los momentos de bajón y no castigarte a ti mismo de forma innecesaria
en el futuro.
Después de comprobar que los pensamientos crecen fácilmente
en un entorno favorable a ello y que no podemos controlar lo que pensamos ni
cuándo lo pensamos lo que tenemos que hacer es entender y aceptar que no somos
lo que pensamos.
Lo has comprobado al intentar mantener la mente en blanco y
ver qué era imposible. A veces son pensamientos que se cruzan y otras
directamente te pones a pensar en otra cosa. Es decir, a algunos pensamientos
les haces caso y a otros les dejas pasar, pero no por ello dejan de estar ahí,
de venir a visitarte.
Tú no eres lo que piensas, pero eres lo que haces con tus
pensamientos, la forma en la que actúas, lo que dices y lo que haces después.
Me gusta explicarlo comparando los pensamientos con el clima, un día puede
llover mucho y tú no eres nadie para evitarlo.
Cuando llueve tienes varias opciones, te voy a dar unas cuantas,
pero seguro que se te ocurren muchas más: puedes disfrutar como un niño
mojándote con el agua y sentir alegría, libertad, qué se yo… puedes usar un
paraguas y tratar de no mojarte, puedes quedarte en casa sin salir disfrutando
de la buena temperatura de tu hogar y viendo cómo se mojan los cristales o
puedes quedarte en casa enfadado por no haber podido cumplir los planes que
tenías. Por último, puedes salir a la calle y mojarte sin disfrutar del paseo y
pasar el resto del día mojado y lamentando el frío y la incomodidad que
sientes.
Tus pensamientos son como esa lluvia y lo que hagas con
ellos es lo mismo que puedes hacer en un día lluvioso, o soleado o con mucho
viento, da igual. Como dice un dicho popular “no siempre llueve a gusto de
todos”. A unos les vendrá bien que llueva y a otros no, pero el caso es que tu
día dependerá de cómo afrontes esa lluvia. ¿Verdad?
Con los pensamientos ocurre lo mismo. No puedes evitar que
estén ahí, que te parezcan oportunos o molestos, que te apetezca pensar en ello
o que sea lo último que querrías pensar. Lo que sí puedes hacer es decidir cómo
te enfrentas a ellos. Como antes tienes varias opciones: ignorarlos, usarlos
para disfrutar de ellos, ponerte de mal humor, darles una vuelta o dejar más
espacio para que haya más pensamientos como los que acabas de tener, funciona
con los buenos y los malos pensamientos. Si el entorno es favorable los
pensamientos, de un signo u otro crecerán. Por tanto, lo más adecuado que
puedes hacer es tratar de crear un entorno favorable en tu cabeza para aprender
a llamar a más pensamientos positivos y disminuir los pensamientos negativos.
Lo más complicado de todo es aprender a ignorar los
pensamientos. Es importante no darles vueltas a las cosas. Piensa las cosas una
vez y no te recrees en ello. Si alguien hace algo que te molesta no lo pienses
durante más de dos minutos. Ponte un límite al tiempo para pensar. Pero como ya
hemos visto es súper complicado evitar que los pensamientos vuelvan o que sean
recurrentes. La meditación ayuda mucho, reforzar la autoestima es básico y cada
persona tiene una serie de cosas que le funcionan bien o mejor que a otras.
Simplemente se trata de que aprendas qué es lo que te ayuda a no pensar.
Y no creas que descubrirlo es fácil, se trata de encontrar
cosas en las que tu concentración tenga que ser tan grande que te eviten pensar
en otra cosa, como cuando aprendes a conducir. Mucha gente va al gimnasio para eso,
pero es fácil pedalear en una bici estática y seguir pensando en tus problemas.
Lo difícil es montar un caballo y seguir pensando en tus problemas, si lo haces
es posible que el animal se desboque. Tienes que encontrar algo que requiera tu
atención, que te guste y te apasione y usarlo como válvula de escape para
apagar los pensamientos.
Mientras, la meditación y reforzar la autoestima te ayudarán
a conseguir pensamientos más positivos. Es un trabajo duro y que requiere un esfuerzo,
pero el resultado vale la pena.
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