jueves, 25 de febrero de 2016

Meditación...

Meditación




Si es posible, (de hecho, lo es), poner a la mente en silencio y sólo utilizarla cuando se necesita, cobra una fuerza impresionante. Ha reunido tanta energía que cada palabra pronunciada llega directamente al corazón.
La gente cree que las mentes de las personas carismáticas son hipnóticas, pero no es así. En realidad, son tan
poderosas, tan frescas: para ellas siempre es primavera.

Eso es para la mente. En cambio, para el ser el silencio abre un universo nuevo de eternidad, de inmortalidad, de
todo lo que pueda pensarse como una bendición. Por ello mi insistencia en que la meditación es la religión esencial, la única religión. No se necesita nada más. Todo lo demás es ritual sin esencia.

La meditación es justamente la esencia, la esencia verdadera. No se le puede quitar nada.
Además, nos da ambos mundos. Nos da el otro mundo, (el de la divinidad), y nos da este mundo también.
Entonces uno no es pobre. Uno tiene una riqueza, pero no es material. Hay muchas formas de riqueza y el hombre que es rico porque tiene dinero es el más bajo en cuanto a categoría de riqueza. Déjenme decirlo así: el hombre con dinero es el más pobre de los ricos. Visto del lado de los pobres, es el más rico de los pobres. Visto del lado de un artista creativo, de un bailarín, de un músico, de un científico, es el más pobre de los ricos, y en lo que se refiere al mundo del último despertar, ni siquiera puede llamárselo rico.
La meditación nos vuelve ricos en un sentido absoluto al darnos el mundo de nuestro ser más interno. También
nos vuelve ricos en un sentido relativo porque libera nuestros poderes mentales en los talentos que tenemos. Mi propia experiencia me dice que todo el mundo nace con cierto talento, y a menos que lo experimente en su totalidad, algo le faltará. Empezará a sentir que de alguna manera hay algo que no está en su lugar.

Dale descanso a la mente, ¡lo necesita! Y es tan sencillo: sólo vuélvete su testigo. Te dará ambas cosas. Lenta, lentamente la mente empieza a aprender a estar en silencio. Una vez que sabe que permaneciendo en silencio se vuelve poderosa, sus palabras no son sólo palabras: tienen una validez, una riqueza y una calidad que nunca antes tuvieron, tanto que viajan directamente, como flechas; traspasan las barreras lógicas y llegan al corazón mismo. Entonces la mente es un buen sirviente de inmenso poder en manos del silencio. El ser el maestro, y el maestro puede usar a la mente cuando sea necesaria y puede apagadla cuando no lo sea.




No hay comentarios:

Publicar un comentario