Carta a mis hijas...
Mis queridas y amadas hijas;.
Escribirles a ustedes es muy fácil, porque mi amor hacia ustedes es tan grande, que las palabras me fluyen solas, pues son mis niñas, esas preciosas niñas que de un día para otro se convirtieron en preciosas mujeres, dignas, llenas de virtudes y bondades.
Cuando les miro y sonríen sus ojos las delatan:. Son las princesas de mi alma, son princesas para mi, y son grandes mujeres para quienes tengan la suerte de conocer las.
Se preguntarán el por qué de esta carta que les escribo con todo mi corazón, y es que de pronto, una noche, me quedé mirando y me di cuenta de lo mucho que han crecido. Tanto así, que ya temo por el día que se vayan de mi lado, quisiera detener el tiempo.
Cuando las abrazo siento que todo mi entorno se ilumina.
Mis niñas, mis hijas, son lo más importante en mi vida. No tengo nada que reprocharles, han sido unas hijas ejemplares, el mejor regalo que la vida me ha concedido.
No quiero que se vayan de mi lado aún, puedo soñar como egoísta, quizás lo sea un poco... pero, es porque siempre que las veo, sonríe y hablan como personas adultas. Y me da miedo que la vida les traiga penas.
Debo hablarles de esas cosas, de lo que pasa en esta vida que vivimos, para cuando tengan esos tiempos malos, sepan enfrentarlos con la misma serenidad que tienen para los momentos felices...
Mis niñas preciosas, necesito más tiempo con ustedes... Lo necesito para ayudarles en lo que nadie me pudo ayudar a mi.
Mis hijas del alma, me quedan más cartas pendientes para ustedes, para que las guarden y así, cuando un día, cuando su padre no pueda estar con ustedes, les sirvan para vivir mejor. Guarden mis cartas en sus corazones y en aquella gaveta donde esconden sus secretos; pero claro yo no sé de ese lugar... solo lo imagino. Es sólo que un padre sabe de todo, aún sin verlo o hablarlo.
Abrasen siempre la vida, y tengan fe, siempre hay una salida tras la oscuridad del día.
Nunca las olvido, mis niñas preciosas.
Las amo profundamente y son mi orgullo, yo nunca podré olvidarles...
Un abrazo bien fuerte y un beso.
Lleno de dignidad, virtudes y bondades...
Para mis hijas que las miro con el corazón...
Su padre que las ama.
Gracias.. Por estar ahí.
Octavio González
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