martes, 13 de octubre de 2015

Carta a mi padre en el cielo...

    Padre;

    Vengo del camino, hice un alto en tu morada. Traigo la frente cansada, quiero descansar un rato. La vida no me da buen trato, y ya está, la suerte echada.

    Aquel orgullo del buen servir, que me enseñaste a sentir. Y hoy tanto me hace sufrir, porque no puedo entender, porque nos cuesta aprender, y en esta tierra a vivir.

    Padre, te quiero contar, que haya en la gran ciudad, la mentira y la verdad, duermen bajo el mismo techo. De nada vale ser derecho, ni vivir con dignidad.

    Hombres que en su largo hablar, mencionan la soberanía, a la noche patria y en el día la venden al mejor postor. Y engañan a su pueblo con sus charlatanerías.

    Padre, yo sé que no es nuevo lo que te vengo a contar. Siempre me tocó, bailar con la más fea. Pero aunque usted no lo crea, algo tendrá que cambiar.

    Usted que camino en la tierra, fue capitán de la vida. Y le dijo a la semilla, amiga de la tierra no tienes dueños. Y abrió surcos...y gasto sueños, volteando hierbajos y ortigas.

    En este granero del mundo, que le llevan todos los granos, pero en ese pasamanos, siempre salimos perdiendo. Ellos se quedan comiendo, y nosotros, nada en las manos.

    Padre mío, se habla tanto... todos, todos tienen su banquillo, se aferran a sus discursos, pero nadie quiere trabajar. En cuestión de trabajar, se acabaron los gallitos.

    Por unos que viven del trabajo y gastan su esfuerzo diario. Hay filas de intermediarios, personas sin pudor alguno. Se quedan con lo mejor y trabajan sin horario.

    Yo creía padre mío, que los próceres de la historia, los guardaría en mi memoria, cuál recuerdos solamente... al que está vigente, y sólo alguno que otro que están en la gloria.

    No hay mal que dure 100 años, ni vida que no se corte. Y no el pueblo que soporte el engaño eternamente. Vendrá un hombre decente a mandar de sur a norte, de este a oeste.

    Yo que nací en este pueblo, con poca escuela intelectual, aprendí del bien y del mal la perfecta diferencia, del silencio su ciencia y del burlón su inmoralidad.

    Me cuesta padre, usted sabe, aguantar tanta indolencia. Porque mi jibara conciencia, no entiende, por qué razón, los hijos de este mundo son "hijos de la indiferencia"...

    Gracias....


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