lunes, 26 de octubre de 2015

¿Qué hay detrás de los corajes, frecuentes?...

    Detrás de todo coraje (o enfado) hay algún grado de frustración.

    Nos irritamos, porque nos sentimos incapaces de controlar alguna situación, e incluso a alguna persona. Esto es claro.

    Como también lo es que todos, absolutamente todos, de vez en cuando tenemos, momentos de mal humor. Pequeñas explosiones de carácter que pueden ser muy saludables cuando las origina una causa razonable.

    Pero.

    ¿Qué pasa cuando el coraje no pasa? ¿Cuando permanecemos casi todo el tiempo con la cara larga, con los ojos entreabiertos y en la búsqueda de alguna pelea? ¿Será que pertenecemos a ese grupo de "gruñones por naturaleza", o hay algo más ahí?.

    La respuesta es una sola. Detrás de un coraje frecuente hay más que una frustración pasajera, lo que se esconde es una depresión encubierta.

    EL CORAJE CRÓNICO.

    En ocasiones el mal humor no es asunto de un rato, sino que se extiende por semanas, meses o años. A veces lo inusual no es que tengamos esos incendios repentinos en nuestro carácter, si no la serenidad. El coraje se va convirtiendo en nuestra manera "normal" de ser, ante la vida. Todos nos molesta, nos volvemos intratables y el salirnos de quicio, es la nota predominante.

    En este caso el coraje no esta dirigido contra una persona o una situación en particular. Simplemente se siente todo el tiempo y se experimenta como intolerancia, fastidio o hastío.

    A su vez, se expresa por medio de las actitudes clásicas:. Gritar, permanecer inquieto y tenso, y tener siempre a mano un comentario de auto-des calificación o de crítica para los demás. Físicamente se manifiesta a través del ceño fruncido permanente (con la cara larga), problemas digestivos y, muy probablemente, dificultades para dormir adecuadamente.

    Si ese es tu caso, lo más probable es que no estés enojado con el mundo, en realidad, estas enojado contigo mismo.

    Las razones que te han impulsado a enemistarte internamente con lo que eres, seguramente tiene que ver con los modelos mentales que manejas inconscientemente. 

    Hay unos parámetros que se han elegido para evaluarte, sin tener muy en claro por qué, y que sólo están sirviendo para re probarte una y otra vez. También hay experiencias no resueltas en tu pasado. Por eso te enojas tanto, pero no lo sabes.

    EL FUEGO Y LA LLAMA.

    No es del caso, entrar a analizar, aquí todas las posibles razones por las cuales has decidido convertirte en uno de sus peores enemigos. Están en lo profundo de tu mente, en lo más remoto de tu historia. Pero lo que sí se puede sacar, es al menos una pregunta, por qué tan válidas son las razones que te llevan a mantenerte enojado o con coraje.

    Olvídate de los demás, porque nunca se van a comportar exactamente como tú quieres o piensas que deben comportarse. Los otros son solamente una excusa que has utilizado para poder expresar tu coraje o enfado. No son sus fallas, ni la crisis económica, ni la tensión bélica en el oriente, lo que te pone irritable.

    Simplemente tienes una idea del "debe ser" en la vida y no logras ajustarte a él. Eso te hace sentir terriblemente mal, no solamente te juzgas severamente, sino que también te culpas y te atormentas. Paradójica mente, tu gigantesco ego no te deja, ni comprenderte, ni perdonarte.

    La ira es como el fuego interno que arde. Un elemento capaz de dar calor o de arrasar lo que encuentre a su paso. Esa ira indefinida es también una fuerza interna de las que no has logrado apropiarte. Puede ser el motor de grandes acciones, pero también la brasa donde se consuman los mejores momentos de tu vida.

    Hay un asunto que está pendiente contigo mismo, no con los demás. Debes resolverlo y probablemente necesitarás ayuda para ello. ¿Qué esperas, no te tardes mucho?...

    Gracias....


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