viernes, 2 de octubre de 2015

Si algún día tienes ganas de llorar...

    Cuando sientas deseos de llorar... ¡Llora!.

    ¡Deja las lágrimas correr!.

    ¿Qué adulto, anciano, niño, puede alardear, de no haber sentido un día la necesidad de un regazo?.

    ¿Quién, se atreve a arrojar la primera piedra?.

    Por más fuertes que seamos, no podemos huir de las tempestades de la vida.

    Son las decepciones, las pérdidas o simplemente nuestras expectativas no correspondidas, las que nos hacen, independientemente de nuestra edad o situación, que nos sintamos lo suficientemente pequeños para necesitar regazo.

    Y no siempre es fácil admitir lo.

    ¿Los hombres no lloran?.... ¡Claro que sí!.

    ¿Las mujeres lloran con facilidad?... Ellas también se endurecen.

    Los niños lloran por cualquier cosa. Todo el mundo llora. Por lo menos, todo el mundo necesita llorar aunque sea una que otra vez.

    Para aliviar el alma, para disminuir el peso del cansancio y de la soledad.

    El llanto es siempre una señal de auxilio.

    Es una señal que siempre encuentra un buen samaritano en su camino.

    ¡Es difícil resistirse a alguien que llora!.

    Es cuando miramos hacia alguien y lo vemos con los ojos anegados... Cuando sentimos que ese alguien necesita un regazo; no siempre de palabras, solamente un regazo.

    Regazo que puede representar un abrazo mudó y apretado, una mirada comprensiva, un apretón de manos...

    Nada llega más profundo a nuestra alma, que mirar a los ojos de alguien que llora. Y nada llega tanto a alguien que llora cómo sentir la presencia de alguien que lo comprende.

    Y en las lágrimas que ruedan, rueda la tristeza, la insatisfacción, el tedio, el dolor, las dudas y los miedos.

    El alma queda lavada. Por eso llorar alivia. Por eso llorar da sueño. Cuando despertamos después de haber llorado, nos sentimos más livianos, nos sentimos preparados para encarar un nuevo día, una nueva situación.

    Entonces... Cuando sientas deseos de llorar.  ¡No te contengas!.

    Pide un abrazo, pide un hombro para refugiarte... ¡Deja que las lágrimas corran!.

    ¡Ser fuerte no significa ser duro o dura!.

    Ser fuerte es ser capaz de reconocerse frágil. ¡Y saber que se saldrá adelante!.

    Ser fuerte es saber que las mareas pueden ser altas o bajas, pero que a pesar de todo, las olas nunca desisten del sueño de besar la arena... Y siempre la besan...

    Gracias, siempre con ustedes....


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