jueves, 22 de octubre de 2015

Sólo se aprende a vivir... ¡Viviendo!... (Tercera y última parte).

    ¿Para qué han servido tantos años intentando aprender a vivir?...

    Seguramente, para saber lo que ya no quiero más en mi vida y descubrir lo que tengo derecho a vivir, cada día.

    Y sí, ahora ya sé vivir como antes siempre quise.

    ¿Qué hago hoy en mi vida, un día cualquiera?.

    Pues, seguir aprendiendo, mientras vivo, la vida tal y como llega, a vivir la por dentro y por fuera, pues si algo es la vida es integración, equilibrio y armonía. 

    Uno no puede vivir sólo, ni permanentemente en compañía.

    Uno no puede vivir solo desde dentro, sin manifestar lo fuera, con los demás. 

    Uno no puede sentir desde el alma, sin percibir cada instante desde los sentidos.

    Eso es tal vez todo lo que tenemos que aprender de la vida y cómo vivir la.

    Es integración de lo, de dentro con lo de fuera, lo masculino y activo, junto a lo femenino y receptivo... Esa armonía necesaria para, dejando de confrontarlos, unificar lo aparentemente contrario, haciéndolo complementario. Porque en la unión de los opuestos, está la integración de todo lo que llevamos dentro, desde siempre y para siempre. Y vivir no es más que descubrir y sorprenderse de todo ello, para aceptar nuestra permanentemente cambiante y contrastada realidad, permitiéndonos vivir nuestra vida plena, conscientes y amorosamente.

    Luego es la propia vida la que nos invita a cada momento a sentir la plenamente, desde dentro y desde fuera. Los sentidos a veces la distorsionan y revolucionan, es verdad, pero por dentro encontramos su sentido profundo y la serenidad de lo esencial. Fuera, todo lo vivimos como una rueda que gira y gira, mientras que dentro hallamos el eje, desde el que evitamos marearnos. Si estás bien atento, vez el giro, lo sientes a cada minuto, lo ves desde dentro y no te afecta, convirtiéndote en espectador de lo que piensas y sientes, pero sin ser víctima de ello. Y, te das cuenta que los demás y todo lo que te rodea, no son más que la oportunidad de vivir desde dentro y crecer hacia fuera, compartiéndolo. Y, así aprendes a confiar en la vida, esperando de ella que te permita vivir todo aquello que necesitas a cada momento y encontrarle su profundo sentido.

    Sólo, se aprende a vivir, viviendo. Y, vivir es pensar, sentir y hacer en cada momento, lo que sientes y vives por dentro, como si cada instante fuera único, mágico y eterno. Y, te das cuenta de que la intensidad es viviendo, es lo único que supera la limitación del tiempo. Porque resulta que la vida en este mundo nuestro no es más que eso, tiempo. Tiempo desconocido de antemano, hoy disponible, mañana tal vez ausente. Por eso saber vivir, se convierte en la mejor escuela de la vida y, por qué no, de la muerte, que no es más que finalizar el tiempo que nos regala la vida, a cada instante...

    Sólo se aprende a vivir... ¡Viviendo!.

    Gracias, un abrazo fuerte y siempre con ustedes.


No hay comentarios:

Publicar un comentario