Carta a mis hijas...
A mis tres Luceros:.
Hijas quiero hablarles, y a solas, porque quiero mas que decirles cosas, quiero mostrarme por dentro.
Hijas de mi alma yo sé que su silencio más que palabras lindas, necesitan un espejo. Si bien yo soy su padre, y eso me da el derecho, se que a sus edades no valen algunos argumentos, que sobran ciertas frases, y hace falta el ejemplo. Por eso me conformo con que me crean sincero.
Claro que yo debiera ser más amigo, y tengo que estar más cerca de ustedes. De vez en cuando al menos, y sobre todo ahora. Hijas, en este tiempo en que su sangre de jóvenes busca su desarrollo y se les van sus ojos en el país de los sueños. Y se quedan sus manos para escribir los recuerdos. Ahora que en mi alma también hay algo nuevo, algo que no quisiera decirles que son "mis celos".
¿Por qué sabrán?. Hijas aún que no lo demuestro, y aún que dé la impresión de estar sólo, eso me crea un peso. Me preocupan sus pasos y les sigo de lejos. Si supieran las noches, en que tanto pienso, y les pienso. Las veces que he hablado con su madre, la pobre según veo vive más el problema, sufre su crecimiento y da vueltas con ustedes. Y lleva todo el peso de su bienestar.
Yo, a veces, parezco un forastero y es que, perdí mucho tiempo lejos de ustedes. Yo fui educado de otra forma y otro tiempo, les mentiría si les digo que no tengo miedo. Si al no hallar las palabras, muchas veces me muerdo, y me trago las ganas de contarles mis miedos.
Porque los hombres, somos así, de carne y hueso. Hijas, somos luz y sombra al mismo tiempo. Llevamos en nosotros algo así como un fuego, una chispa sagrada, madre de tanto incendio.
Ustedes, las mujeres, en cambio, llevan dentro un manantial sagrado y es que Dios mismo les ha puesto, en el cántaro tibio de sus hermosos cuerpos el agua de la vida, y es un grandioso misterio. Por eso es que les pido, o mejor les recuerdo que la vida es un camino, tienen que recorrerlo, acordándose que abundan los entretenimientos. No jueguen con sus vidas. Cuidado con el fuego. No quiero que se queden mirando mis defectos. No quiero que me busquen en los rostros ajenos. Tienen que preocuparse por hallar buenos compañeros. Que ya dejaron a los suyos, y vienen hacia su encuentro.
Sale de ustedes, les invito a que hagan un esfuerzo. Quiten esos colibrí que hay en sus ojos nuevos. Y recorran los horizontes ¡caminen hasta otros cielos!. Conozcan otros países, ¡hagan suyo el universo!. Llenen de preguntas al río, al sol, y al viento, hablen con los caminos, les dirán lo que vieron. Todos son mis viejos amigos y les dirán repitiendo. Los que buscan encuentran, no te preocupes que hay tiempo. Y es cierto, es mi experiencia y lo poquito que tengo. Que le gane la vida, mira alrededor nuestro.
Nada se hace de golpe, la dicha es un secreto. ¡Hacer todas las cosas a su debido tiempo!. Ya van a ver hijas, ¡qué hermoso es todo eso! Tendrán ganas de hacerlo, y se que podrán hacerlo. Porque para ese entonces ya volverán sabiendo.
Que el amor, solamente el amor, da derechos. Por el amor, hijas, recordarlo siempre, no es ciego. Tienen luz en los ojos, y les sirve de espejo, les toma de las manos, y lo sienten adentro. Entrecerrar los ojos, ¡podrían tocar el cielo!.
Perdóneme hijas, pero me inspiro, y me voy lejos, no se si es el cariño o si estoy llegando a viejo. Debo y no sabría cómo ser sincero. Ya ven, que quise mostrarles, cómo están aquí adentro.
Y ahora que ya les dije lo que padezco y ciento.
Quisiera regalarles dos cosas:. Una, el riesgo de equivocarse. La otra, una frase, un secreto:. Amén y hagan lo que quieran, hijas. Porque yo ya las quiero...
Gracias, un abrazo fuerte....
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