sábado, 12 de septiembre de 2015

¿Donde está tu vergüenza... se perdió?... (Segunda parte).

    "Cualquiera que se tome demasiado en serio, corre el riesgo de parecer ridículo. No ocurre lo mismo con quien siempre es capaz de reírse de sí mismo".

        PRISIONEROS DE LA TIMIDEZ.

    Aunque la vergüenza es patrimonio de todos los seres humanos, afecta a cada persona de un modo diferente y con una intensidad distinta.

    Al fin y al cabo, esta emoción tiene una clara función biológica. La dimensión comparativa es necesaria para la supervivencia humana. Y ésa es precisamente la razón de ser, de la vergüenza. De ahí que nos invite a retirarnos cuando nos enfrentamos al escrutinio o posible juicio de otros seres humanos.

    Según los expertos, esta emoción se desata cuando nos encontramos en situaciones de potencial peligro. Y dado que en la sociedad actual, nuestra integridad física no suele estar en jaque, la vergüenza suele estar relacionada con una amenaza emocional, es decir, con la posibilidad de que nuestra identidad e imagen queden dañadas de algún modo.

    Así, tener vergüenza puede resultar útil para equilibrar nuestras relaciones sociales. El problema aparece cuando esta emoción toma el control, nos desarma sin compasión y nos abandonan en la vulnerabilidad. Y es que el exceso de miedo al ridículo puede desembocar en una timidez exagerada o en respuestas desproporcionadas y agresivas. Son las dos caras de la misma moneda, y ambas pueden generar importantes carencias en la vida de cualquier ser humano. Principalmente, porque suelen ir acompañadas de un cierto complejo de inferioridad.

    Los expertos afirman que la persona tímida suele sobre valorar y temer a la opción que otros tengan sobre el o sus acciones, lo que genera importantes niveles de ansiedad e inhibición. Lo cierto es que cuando sentimos miedo a que los demás nos menosprecien, tendemos a vivir tratando de no llamar la atención. El miedo al ridículo está profundamente vinculado al temor "al qué dirán", y ambos son fruto de una percepción errónea y limitada de nosotros mismos, respecto a la realidad externa. De ahí la importancia de aprender a construir vínculos de confianza con nosotros mismos y, en consecuencia, con las personas que nos rodean...

    Continuara...

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