martes, 29 de septiembre de 2015

Realmente sabemos escucharnos... (Segunda y última parte).

    El escuchar atentamente y cuidadosamente, orienta nuestros circuitos neuronales hacia la conexión y nos sintoniza con la misma longitud de onda con nuestro interlocutor, aumentando así la posibilidad de conectarnos con él/ella y es la fórmula correcta de escuchar.

    Por tanto, hay una doble dirección de escuchar:.

    1.) La escucha interna; es la capacidad del que escucha, es el mirarse hacía dentro, escucharse, de tomar conciencia de nosotros mismos y de "ver" que se nos despierta con esa forma de escuchar.

    2.) La escucha externa; supone afinar la atención, abrir los ojos para captar mejor a otros. Aunque normalmente el escuchar se ha dejado exclusivamente para los oídos, no sólo escuchamos lo que dicen, si no cómo lo dicen los demás.

    El cómo, es muy importante, pues nos dice más cosas de las propias palabras y por ello es importante, tanto el escuchar lo verbal como lo no verbal (gestos, tono de voz...).

    No se trata de seguir le la corriente en todo momento, se trata de mostrar el interés y la cercanía, estar presentes y ser conscientes de lo que nos dicen y demostrar a nuestro interlocutor que recibimos su mensaje y actual en consecuencia a cómo nos lo dicen, para ello es necesario mirar a los ojos, con una postura atenta, mostrando siempre interés, sonreír entre otros muchos elementos.

    Pero la realidad es que resulta difícil poner esto en práctica cuando al mismo tiempo que nos hablan, nuestra mente no calla (no hace silencio) y se adelanta a los acontecimientos, no sabe esperar y quiere interferir rápidamente en la conversación.

    El escuchar es una actitud frente a la vida, frente a los acontecimientos, a las personas y la vida en general, por eso debemos retomar la de nuevo y no desplazarla en beneficio de la vista.

    Además, en lo que respecta al mundo interior, en este sentido podemos decir que estamos sordos, porque obviamos frecuentemente todo lo que brota de nuestros adentros, lo cual nos impide crecer y madurar.

    Reconocer nuestras necesidades o dar nombre a los sentimientos o emociones que transitan por nuestro mundo interno se convierte en una tarea para la que no fuimos preparados, por esto es importante conocernos y concienciarnos de lo que percibimos y escuchamos.

    Son muchos los beneficios de un buen hábito de escuchar activamente.

    Se aumenta la confianza y la sinceridad de las personas que intervienen.

    La persona que nos habla se siente valorada y hace que se tranquilícese y se eliminen tensiones, resolviendo más fácilmente los problemas.

    Provocamos respecto hacia nosotros, de quien nos habla.

    Es una recompensa para nuestro interlocutor y para nosotros, por saber que estamos haciéndolo bien.

    A través de la observación, ciertas expresiones y gestos, podemos realizar la escucha activa, siendo conscientes del momento, lugar y persona/s que nos hablan.

    Debemos poner nuestros sentidos y esforzarnos tanto a nivel físico como mental, para tratar de entender la totalidad del mensaje.

    La escucha activa, igual que saber hacer preguntas, es una de las grandes habilidades del Coach. A partir de aquí, a nivel personal podemos preguntarnos:.

    ¿Qué podemos hacer para mejorar esta habilidad?.

    Escuchando al otro/a, le acompaño, y se despierta en mi, pensamientos, sensaciones y emociones que me llenan, me hacen más receptivo y me abren a la realidad, haciendo que crezca internamente, ayudando de esta forma a mejorar los hábitos y actitudes, que por lo general ni las conocemos...

    Gracias, por estar ahí, espero que el escrito les ayude...

    

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