domingo, 11 de enero de 2015

¿Que espera la vida de mi, ahora? Segunda parte.

    Recuerdo que de niño me ponía de mal humor el mal tiempo, especialmente cuando llovía y debía ir a la escuela. Ahora pienso que, al parecer, algo o alguien me debió enseñar que merecíamos un fantástico y soleado día, cada día. Tal vez nadie me enseñó a ver la lluvia como algo normal y necesario, que forma parte del clima, como el sol, la nieve, los chubascos o cualquier otro fenómeno atmosférico que existe, según la latitud terrestre en que vivamos.

    Lo sé ahora, era una visión sesgada de la realidad que me rodeaba, a partir de la cual fabricaba mi lista de deseos y aspiraciones personales. Que haga sol se convertía en mi mejor deseo de cada día. Seguramente me hubiera bastado viajar al Polo Norte o la África desértica para cambiar mi opinión y aprender a desear la lluvia. Así es la vida y la  miope visión que a veces tenemos los seres humanos de ella.

    Y aprendemos a vivir así, desde la miopía y una vida media, sesgada, en la que sólo deseamos lo que torpemente consideramos bueno para nosotros, en un momento dado. Pero, con la edad, uno aprende a relativizar lo bueno y lo malo, porque las más de las veces basta que pase el tiempo o las circunstancias cambien para modificar nuestra percepción de las cosas. Lo que un día apareció simplemente malo, con el paso del tiempo lo entendimos como positivo y muy bueno. Deberíamos aprender a no juzgar las cosas que nos pasan, dejando que la propia vida nos enseñe su verdadero sentido. Quizás esta sea la mejor, o única, manera de vivir lo que la vida nos trae, sin miedo y buscando siempre su "para que", que invita a vivirlo de otra manera, sin escaparse de ello o intentar evitarlo a toda costa.

    Nos han enseñado a huir de los que no nos gusta o nos altera la vida, cuando posiblemente sea la única manera de aprender a ser y a vivir lo que realmente somos y soñamos. Es difícil soñar en el océano, sin atreverse a salir de nuestra confortable y pequeña pecera. Cualquier cosa que llega a nuestra vida tiene su propia misión y sentido, aunque tal vez no lo sepamos ver en un primer momento. Basta confiar en que si sucede algo es siempre por algo. Y seguramente ese misterioso algo tenga que ver con nuestra vida plena y, porque no, con esa felicidad que todos soñamos.

Etiquetas: presente, realidad, sentido de la vida, sueños, vida plena.

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