martes, 27 de enero de 2015

Fin de la dualidad "razón - corazón".

    Comenzamos con una definición de "dualidad": Reunión de dos caracteres o características distintas en una misma persona o cosa.

    Los sabios del nuevo paradigma hablan del fin de la dualidad. Y la dualidad es fruto de la mente racional, sin tener en cuenta la mente emocional del hemisferio derecho de nuestro cerebro. Si te das cuenta, la mayoría de nuestros problemas de encaje con nuestra realidad se da por la dualidad, enseñada y bien aprendida desde nuestra más temprana infancia. Lo bueno frente a lo malo, lo positivo frente a lo negativo, lo racional frente a lo emocional, lo aceptable ante lo inaceptable.

    A título humano, la dualidad es algo que nace en nuestro cerebro analítico, iluminado por la razón y comandada sólo por el ego. Y por tanto desestima la parte emocional, cuando ya participa de nuestra percepción particular de lo que nos rodea. Así, el mar no sólo es una extensión de agua, como una concentración de sales y oligoelementos, con un color variable en función del fondo y como una temperatura condicionada por donde se halle o por el clima. Ésa sería una visión eminentemente racional y, por tanto, restrictiva y limitada. El ser humano tiene el privilegio de poseer una percepción complementaria y enriquecedora que no es más que la generada espontáneamente por su hemisferio derecho cerebral, que gestiona las emociones y la intuición, elementos de una realidad sutil que, a menudo, desechamos o ignoramos, precisamente por ser subjetiva e intangible, aunque la hace mágica.

    Pero la verdad es que nuestras percepciones están basadas en ambas realidades, la física y la sutil, queramos o no. Y esa disyuntiva mal aprendida nos causa frecuentemente problemas en nuestra vida cotidiana.

¿Qué siento y que debería sentir ante algo que me afecta?

¿Por qué un hecho o una situación me provoca sentimientos enfrentados o contradictorios o, lo que es lo mismo, me hace sentir incertidumbres?

¿Por qué esto o aquello me genera una emoción que siento en mi interior, pero algo me dice, "la razón", "sin duda", que debo sentir diferente?

¿Por qué sentimos algo y, en cambio, nos vemos obligados a vivir lo de otra manera?

    Yo mismo he vivido muchos años así, en confrontación permanente entre lo de dentro y los de fuera, entre el corazón y la razón, en esa dualidad aprendida, pero incómoda que todos llevamos. Aprendí a llevar dos vidas paralelas, eligiendo los momentos y el entorno, en cada caso, como hacemos todos, desde siempre. Pero llega un momento en la vida en que integras todo ello y haces lo posible para vivir con coherencia y equilibrio. Ya no hay trabajo y vida privada, emociones y pensamientos, luces y sombras, razón y corazón, positivo y negativo, pues cada momento y cada circunstancia tiene su sentido propio, que contiene a ambas.

    Aprende el día a día a percibir la vida desde ambas perspectivas y aceptar las tal como es, única, cambiante, equilibrada e irrepetible. Y eso te exige valorar cada momento, en cuanto llega y a no juzgarlo, sino sólo experimentarlo intentando que se manifieste su propio sentido. Y es precisamente ese sentido que para mi tiene cada persona, momento y lugar en la vida lo que la llenan y le dan pleno sentido.

    Y eso es un proceso que no se aprende en los libros, ni en las charlas de los presuntos iluminados, sino se obtiene viviendo y estando bien atentos a lo que llega, sintiéndolo desde dentro. Así, cuando miras un bello paisaje o la mirada de una persona a la que quieres, dejas de sólo verlos, para empezar a sentirlo y admirarlos en lo que para ti valen. Eso hace tuya a cada persona, momento y lugar y tu rol de observador desaparece para hacerte parte de lo observado.

    Es algo así como, "por fin", conquistar la vida, tu vida. Así, cualquier paisaje se convierte en tuyo, porque has estado y de las sentido parte de él. Las personas importantes conforman ya tu vida, estén o no contigo, para siempre. Nada volverá a ser como antes. Y así, poco a poco, tu vida se va llenando de elementos valiosos que la conforman y que la convierten en un tesoro y, a la vez, en un regalo personal e intransferible, que siempre puedes compartir con todos aquellos que sienten así la vida.

¿No es el amor lo que te permite eliminar la dualidad y vivir tu vida así, ya sin miedo y compartiendo la?

¿No es acaso la felicidad resultado de todo ello?

No hay comentarios:

Publicar un comentario