domingo, 18 de enero de 2015

Con conciencia, un poquito de por "favor".

¿Que espera la vida que yo haga con esto o que debo aprender con ello?

    Seguramente la vida nos está poniendo a prueba, siempre y especialmente en estos momentos de crisis.

    Como seguramente ya sabes, siempre que acontece algo inesperado en la vida te lo has preguntado.

"¿Qué espera la vida que yo haga con mis problemas?".

"¿Que debo aprender yo de mis problemas?".

    Intento por todos los medios no caer en él como un error de pensar que es algo merecido (" culpa") o que quizás lo ha provocado alguien, o el cosmos, porque no, para amargarme la vida (" culpable ajeno"). Y, si lo pienso bien, aún intentando actuar bien y de forma coherente con mi conciencia y mis valores, no he podido evitar que alguien con miedo ante mi firmeza, me acuse de falso, cobarde, desleal, raro, irrespetuoso e incluso peligroso.

    Y mi conciencia nunca me permitiría ser o parecer lo que no soy, ni nunca he sido.

¿Será que cada uno me ve con unos ojos propios y ve en mi todo lo que no es capaz de ver, o de aceptar, en sí mismo?

    Resulta que, hagas lo que hagas, seguramente serás juzgado erróneamente, porque el que me juzga es al fin y al cabo alguien que me desconoce o que ni tan siquiera se ha concedido el permiso y el tiempo en conocerse a sí mismo, o conocerme.

Y eso es lo que enveleza este mundo. 

Personas juzgadas sin criterio. 

Persona que juzgan sin criterio alguno. 

Personas, por llamarles de alguna manera, que piensan que son listas y los demás, tontos. 

Personas que no se soportan así mismas y, por tanto, no soportan a los demás. 

Personas que pretenden sólo tener la razón, sin preocuparse por la verdad que ilumina la vida. 

Personas que, al fin y al cabo, son poco personas, aunque no son las más en el mundo entero.

    Cuando actúas desde dentro, esas personas y las circunstancias que crean y provoca no te afectan. Algo te dice en tu interior que estas en lo cierto, que actúas incoherentemente en tu vida y que aceptas todo lo bueno y lo malo que eres o posees. Eso te da esa cierta paz que todos necesitamos para ver y vivir las cosas con claridad y responsabilidad. Digan lo que digan los demás, y muy a pesar suyo. Impedirán que hables, que desmientas y te prohibirán que les cuestiones y reproches sólo actitud, amparándose en entelequias como la conveniencia, la democracia, el presunto bien común o en leyes caducas u obsoletas. Pero tu, obediente y educado, aprender a no dar razones ni argumentos a tu manera de pensar, sentir o actuar, porque no necesitas su plesbicito ni el visto bueno de nadie. Actúas desde dentro y en tu interior está en más severo y justo juez que pueda haber en tu vida.

    Tu mismo y tu conciencia, donde están el amor y la paz que necesitas. Luego, sólo hay que aprender a confiar en que la vida pondrá cada cosa en su sitio.

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