¿Que esperan hoy los jóvenes de sus mayores? Segunda parte.
Siempre, desde joven, he sido una persona curiosa y capaz de estar permanentemente conectado al mundo real y el sutil, que me rodea. Incluso podría afirmar que me anticipo a los tiempos que llegan, lo que no es siempre fácil ni cómodo de llevar. Aún recuerdo amigos míos a los que le sugerí alguna medida llamarles "transgresora y amenazada" que en su momento fue rechazada por "loca" y que el tiempo me dio la razón pues la implementaron años después. Esa capacidad de intuir los acontecimientos o de ver lo esencial de las circunstancias, recuerda que lo esencial no cambia, sólo lo hace la forma, me han permitido siempre adelantarme a los hechos, algo básico en el mundo del emprendedor.
Los jóvenes no desean sermones, ni lecciones trasnochadas carentes de experiencia propia y/o provenientes de un manual, sino testimonios de personas adultas, y maduras, con una perspectiva en el tiempo y, en concreto, una visión avanzada e innovadora del como se vive la vida. Y eso es precisamente lo que les falta en un mundo lleno de presuntos "gurús" y le séniors que parecen que vienen de la prehistoria, o un libro histórico, dan conferencias, dan clases y charlas magistrales, pero sin corazón y, lo que es peor, sin aplicación práctica alguna en la realidad cotidiana y cambiante de los jóvenes de hoy.
Creo que los jóvenes sólo esperan ser entendidos tal cual son y que sus mayores respetemos y aceptemos su mejor capacidad de decidir en el mundo hecho a su medida, donde las raíces, el cambio permanente, la falta de referentes históricos, la institución y la flexibilidad, son necesarias para sobrevivir en el mundo actual. Los jóvenes aprenden en la calle y en la ventana al mundo de su computador, en su compleja vida diaria, no en la universidad cargada de viejos paradigmas y esquemas caducos de realidad, preparándoles para el mundo en él existente e irreal. Si lo miramos bien, igual hicieron con nosotros, prepararnos para un mundo arcaico que hoy se desploma ante nuestro asombro, miedo e incredulidad.
Creo que la sociedad actual, y, como consecuencia, el mundo académico, institucional, político, etc., no está realmente preparando a los jóvenes para un mundo que, no es que llegue, sino que ya está entre nosotros, nos guste o no. Hoy no entiendo una institución, ni empresa, ni organización de tipo que sea que pretenda salir adelante y perduran en el tiempo sin que cuente con la participación valiosa y necesaria de lo jóvenes, para hacer la dinámica, flexible ante los continuos cambios y colaborativa, enriqueciéndose de la aportación diversa de sus integrantes, multicultural y tolerante, tal y como viven ya los jóvenes su propia vida, hoy.
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