jueves, 29 de enero de 2015

¿Quién y qué eres tú, para los demás? (Primera parte)

    No se si alguna vez te has preguntado esto, que eres y aportas tu a la vida de los que conforman tu mundo, los más allegados, para los demás.

    Independientemente de que cada uno seamos espejos de los demás, como ellos lo son para nosotros reflejando lo mejor y lo peor de nosotros mismos, cada uno juega un papel concreto en la vida de las personas que trata. 

    Y no me refiero al cierto utilitarismo que otorga nuestro mundo a las relaciones, en la que cada persona es una oportunidad de obtener contactos, poder o negocio. Hablo ahora de si enriqueces la vida de los demás, la empobreces con tus carencias y tu actitud o bien pasas por su vida y estas en su agenda, nada más.

    Estamos en un mundo que promueve el "networking" o red de contactos y, como su nombre ya indica, con una visión comercial o profesional, como objetivo principal. Deberíamos intentar el "net life", esa red de amistad que todos necesitamos para nuestra vida, cada día. La gente va incrementando su número de "amigos" en las redes sociales, cada día más. Los hay que incluso definen un perfil personal especial para esto, mostrando cualidades y actitudes codiciadas por su red de contactos, pero que poco o nada tienen que ver con su realidad personal y menos con su autenticidad. Crean perfiles "ad hoc", con fotografías de hace años, falsas o con la imagen que pretenden aparentar, con datos inexactos (incluso, con nombres cambiados) o manipulados para llamar la atención a su audiencia en redes. Es lícito y real que todos, de una manera u otra, vivamos de nuestros contactos para trabajar. Pero el problema aparece cuando esta red de contactos en la que refrenda tu autoestima, la que opina sobre tu vida y empiezas a considerar a cada uno de sus miembros como una presunta amistad.

    Pero, más allá de las redes sociales, existe un mundo de verdad, en la que una mirada lo dice todo, en el que es imposible esconderse tras el anonimato y la apariencia, sólo virtual. Y eso no reservamos a unos pocos, que consideramos nuestro círculo de amistades. Con ellos si somos como somos, al menos aparentemente. Porque sino compartimos más que lo bueno que somos o tenemos, "nuestras luces", estamos privándonos de compartir también nuestra oscuridad, esa que todos tenemos, nos guste o no.

¿Miedo, quizás?

    De alguna manera, prolongamos nuestros mejor perfil social, ese que utilizamos en las redes sociales, para agradar, que poco tiene que ver con nuestra realidad personal. De ahí que comúnmente nos repudiamos sólos con nosotros mismos cuando, por la razón que sea, no nos sentimos bien. E incluso en quienes recurren a las redes virtuales para compartir su estado de ánimo, buscando comprensión, compasión y/o, lo que es peor, para huir de la soledad, a veces dolorosa. Es una huida hacia adelante, para evitar estar consigo mismo, sentir y, luego, compartir, de verdad, con el corazón abierto de par en par.

Continua....

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