¿Por qué he tardado tanto en llegar hasta aquí?. El eterno aprendiz.. (Segunda parte)
Esa intuición cierta, esa luz, que hoy cada día más ilumina mi camino, aunque a veces sea demasiado tenue y me haga dudar, es algo maravilloso y, creo hoy, que es suficiente como para andar por la vida bien atento, cada día. Seguramente cuando afirmo con cierta ironía que ya he llegado hasta donde deseaba estar, es por la serenidad que otorga esa nueva manera de vivir. Quizás lo importante es haber llegado a caminar en paz, más que a llegar a algún sitio concreto. La verdad es que afirmaría que mi vida, sin ser un camino de rosas, tuviera luz para interpretar y encontrarle sentido a lo que ella me trae, cada día. Es más, a ratos pienso que no hay algo más que aprender en esta vida, y que, por fin, ahora moriría en paz, si la vida así lo quisiera.
Pero, con luz tenue o intensa, con certezas o dudas, la vida está hecha para ser vivida y aprender de ella, cada nuevo día. Lo que en un mundo plagado de sombras y conflictos, no siempre es fácil. Tal vez debamos aprender cada día a convivir con estos, sin perder la calma, sin dejar de sentirnos bien con nosotros mismos y compartir esa paz que es premisa necesaria para el amor, con uno mismo y con los demás.
¿Quizás todo objetivo en esta vida sea sólo obtener lo necesario para amar, de verdad?
Pues si esa fuera la única misión en nuestra vida, firmaría ya mismo, pues me ha llevado media vida para llegar hasta ella, luego debe ser un logro importante.
Pero no te engañaré diciendo que ese es mi deseado final, pues seguramente aún debo aprender a saber esperar para convertir mis sueños en mi realidad cotidiana. Yo, como tú, también pierdo la paciencia en ciertos momentos y me gustaría ya estar preparado para soñar, cada día. Hay momentos en que me cuesta encajar mis pasos en un mundo en que no es siempre fácil ni cómodo tener las cosas demasiado claras. Muchas veces esa actitud te cierra las puertas, pues la firmeza es algo inusual para muchas personas. Da miedo y muchas veces genera desconfianza. Tal vez el primer logro en esta vida sea deshacerse del miedo a vivir.
Seguramente el segundo gran logro en esta vida, además de perseguir los sueños para hacerlos realidad, sea buscar el propio equilibrio con uno mismo y con los demás, a pesar del complicado mundo que nos rodea. Al fin y al cabo, un sueño no es un bello sueño si no se puede vivir cada día y compartir, sin miedo. Esa sí que es la misión principal en nuestra vida. Aprender a vivir y a compartir ese sueño con quienes creen en el y también persiguen hacerlo realidad cada día, sin miedo.
Seguramente te preguntarás por qué hablo de un solo sueño, como si no tuviera cada persona su propio sueño. Mal que nos pese reconocerlo, no somos tan únicos, originales e irrepetibles como creemos ser. Todos soñamos, por decirlo de alguna manera, lo mismo, aunque cada uno le ponga un escenario distinto y particular. Todos soñamos amar y ser amados, vivir y compartir cada día la felicidad, que ese amor trae consigo. Eso es todo... Aunque para llegar a ello vamos antes aprender a confiar en nuestra propia capacidad para lograrlo y confiar en que, llegado el momento, la vida pondrá el resto, sin más. Lo único que nos hace diferentes a unos y otros es nuestra libertad para decidir el camino, vivir en el ahora y para hallar su sentido profundo.
Pero, para ser libre, uno ha de llegar a ser valiente. Valiente si, para vivir el presente, aprendiendo del pasado y dejándolo atrás. Valiente si, para vivir el hoy, tal como llega. Valiente si, para confiar en uno mismo y en la vida, que nos regalara lo necesario. Valiente para, aún teniendo miedo y aceptándolo como algo humano, no dejarse dominar por el. Valiente para saber dar y recibir amor. De verdad. Sólo esta valentía traerá la verdadera felicidad, pues da sentido a nuestra propia vida, sea tal como sea, pero siempre que estemos dispuestos a soñar y convertir esos sueños en nuestra realidad.
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