sábado, 24 de enero de 2015

Recuentos de lecciones de la vida... (Tercera parte).

Continuación...

*La vida misma.

    Y este pasado año he conseguido ir adelante con esa percepción de que la vida ahora está y mañana quien sabe si aún lo estará.

    Y eso me ha permitido vivir cada día de mi vida como si fuera el último, aunque querellando momentos singulares, mágicos e irrepetibles, que merecen ser guardados en el "a ver" de mi vida y recordarlos para siempre, mientras viva por supuesto. También se me ha ido fijando esa idea de que hoy mi vida vale cuanto quiero y merezco, aunque hay que estar siempre preparado para abandonar la, pues la muerte no avisa con antelación. Y ello me ha llevado, aparte de despojarme de lo inútil en ella, a cuidar los momentos y los detalles porque son lo que crean la felicidad simple, cotidiana y compartida. Así, este año que ha pasado, y cada año más, era apreciado, el de atesorar personas, momentos y lugares que se ha sabido fijar en mi corazón, para siempre y no tanto en mi retina o en mi memoria, fugas y temporal donde las haya.

*Puertas que se abren y otras, que se cierran.

    También en este año he seguido aprendiendo que la vida es un continuo abrir y cerrar puertas, como parte de un ciclo permanente de cambioS que es la vida. Que cada una dura lo que dura y que es inútil intentar mantener todas abiertas o cerradas para siempre, simplemente porque las personas, su sentido y la vida cambia a cada instante. Aunque es verdad que a ratos me he obstinado y me obstino a mantener abiertas algunas que significaron y significan algo realmente relevante en mi existencia pasada, presente y futura. Aunque no se si será posible, lo que sí puedo afirmar que formarán una parte importante de mi vida, para siempre. Saber crear esos instantes es un privilegio, como lo es dejar que la vida decida lo mejor para mi vida y para mi, a cada momento.

*Sufrimiento, el justo y necesario.

    También durante este año he seguido aprendiendo a no sufrir gratuitamente o, al menos, a buscarle su propio sentido a el sufrimiento. Eso me está costando, ante situaciones que me conmueven y me duelen, en el corazón. Pero ya admito que el dolor es una emoción inherente al ser humano, aunque no lo sea el sufrimiento gratuito, que lo considero una opción en la vida, por tanto algo que se puede cambiar. Aún así, reconozco que aún me duele el dolor y el sufrimiento ajenos más que el propio que acepto, sobre todo de los que amo...

    Al dolor como emoción hay que mirarlo de cara, mientras que el sufrimiento que se carnifica en nuestra vida hay que considerarlo un mal hábito que hay que intentar abandonar, aunque cueste. A veces sólo hay que tomar la firme decisión de dejar de sufrir, pues demasiadas las veces creemos que nuestra capacidad de sufrir por alguien o por algo es proporcional a nuestra capacidad de amarlo. Sin entrar en interpretaciones en la historia y condicionantes de cada uno, ya sean personales, religiosos y/o culturales, el constante sufrimiento como forma de vida es una esclavitud autoimpuesta más. En cualquier caso, el sufrimiento cuando es inevitable, como el dolor, es un mero aviso para detectar a la vida. Y entender eso te da sentido pleno... Y te enseña a sufrir sólo por lo que vale la pena....

Continúa...

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