viernes, 30 de enero de 2015

Deja las cosas como son... (Primera parte)

    Frecuentemente me has oído hablar del cambio o más bien de provocar el cambio en nuestra vida.

    Cambia el mundo, (según la canción de Mercedes Sosa, cambia todo cambia) porque la vida ya cambia por sí misma. Nos guste o no, la vida fluye y el cambio viene por sí mismo, aunque no siempre estemos preparado para ello o siquiera lo aceptamos.

¿Qué paradoja, no es así?

    Efectivamente el cambio llega, cuando llega. Tal vez sólo hay que estar bien atento a él y a cogerlo, como un amigo fiel que siempre nos acompaña. Sólo hay que estar ligero de equipaje para adoptarlo en nuestra vida, sólo que no es siempre fácil. Alguien nos enseño a apegarnos a nuestro mundo y a sus circunstancias... Sin explicarnos que, de un día para otro, ésta pueden, y deben, por no admitir los cambios. Las cosas simplemente cambia, aunque demasiadas veces las juzguemos como buenas o malas, como un cambio conveniente o algo que contraviene nuestro deseo y nuestra zona de confort, como dicen los terapeutas. Y el cambio en sí no es bueno o malo como pensamos, el cambio es sólo un cambio....

    Se nos ha enseñado a ser exigentes con nosotros mismos, con los demás y con nuestra vida. Y eso tampoco es malo, siempre y cuando nos ayude a cumplir nuestro propósito personal. Pero una vez hemos hecho ya nuestros deberes y dedicado el esfuerzo suficiente para llevarlos a cabo, simplemente hay que dejar que la vida fluya... Y el cambio, sin duda, nos visitara.

¿Cuales son los deberes que hay que hacer de antemano?

    Pues seguramente intentar soltar lastre, deshacernos de nuestros planes y expectativas, de nuestros deseos e intenciones, para luego, empezaron a volar cuando llegue el viento favorable que suele ser el cambio.

Continúa...

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