Gestión de las emociones, ¿tú las puedes lograr?
Muchos, por no decir la mayoría, de los conflictos que se dan en las relaciones vienen de nuestra dificultad de gestionar adecuadamente las emociones. Cuando nos sentimos mal, ya sea enfadados, con ira, tristeza o con miedo, proyectaremos nuestra emoción negativa hacia los que nos rodean. Seguramente bastará algún mal entendido leve para que estalle un conflicto.
Sentirse mal de vez en cuando es algo humano, que depende más de nuestro estado de ánimo que de las circunstancias que lo puedan provocar. Hay que aceptar las emociones, tal como llegan y nunca huir de ellas. ¿Me siento mal?. Pues es que hay, y no hay mal que 100 años duren, ya pasará. Pero cuando nos evadimos de las emociones negativas, cuando intentamos camuflar las bajo un carácter positivo, éstas permanecen en nuestro interior, condicionándonos nuestros pensamientos, sentimientos y acciones. Si, además, surge algo que contraria nuestros deseos o planes, la emoción negativa brota y al conflicto está servido.
Hay momentos que, no siendo consciente de una emoción que me perturba, actuó de una cierta manera, que probablemente no sea la debida ni la esperada por mi. En cuanto me doy cuenta de ello, sospecho que haya algo que me duele o me inquieta. ¿Por qué me afecta tanto este hecho, esta persona o esta circunstancia? ¿Porque reacciono así ante ella? ¿Qué me molesta o me afecta de esa manera?. Seguramente es cuando descubro que algo hay en mi interior que tergiversara la realidad, haciéndome sentir mal y actuando en consecuencia.
Y es que el miedo o el dolor se enmascaran de muchas maneras. Agresividad, violencia gratuita, irascibilidad, credibilidad del mal genio, son reacciones comunes. Como lo es la pena o la tristeza. Todo ello es humano, como lo es admitir lo que sentimos y evitar que se propague entre los que nos rodean. Cuando uno no es consciente de lo que siente o intenta evitar una emoción que le incomoda, esta tiende a manifestarse de la forma que sea.
¿Un consejo?. Siente en cada momento lo que sientes, interiormente. No intentes evitar lo inevitable que sientes por dentro. Intenta identificar esa emoción y vive la, sin intentar evadirte de ella o ignorar la. Y luego, intenta evitar su manifestación inadecuada hacia afuera. Vivero internamente, si quieres aislarte, pero no permitas que domine tu vida. Ya pasará y tampoco intentes dilatar la en el tiempo, inútilmente. Cuando la incorporamos a nuestra vida de forma permanente, configura nuestra personalidad. Sentir tristeza de vez en cuando no es lo mismo que ser una persona triste.
Vivimos en una sociedad que nos exige unos modales y una forma de pensar, sentir y actuar, adecuadamente. Demasiadas veces contradiciendo lo que sentimos por dentro. Eso, ni que decir que tienes, que vayamos con un personaje que hemos creado a imagen y semejanza de lo que la sociedad no se requiere. Pero, como he mencionado antes, aunque logremos camuflar eficazmente nuestras emociones, estas permanecen en nuestro interior, manifestándose de vez en cuando. Así, convirtiendo nuestro mundo exterior en un desfile de máscaras, en el que las relaciones humanas no son más que una farsa y un intercambio de falsas apariencias y personalidades, fabricadas por el ego. Pero, como suelo afirmar, la verdad acaba por manifestarse, sin previo aviso, llegado el momento.
También suelo decir que en el día a día nos mostramos de una determinada forma, obedeciendo un protocolo personal, a veces inconsciente, que se ajusta a lo que deseamos proyectar de nosotros mismos. Ni que decir, todo lo que tienes es puro miedo a mostrarse como uno es, evitando ser herido. Así, el encuentro entre dos personas no es más que un intercambio de protocolos, mutuamente convenidos. Nadie es como parece. Y seguramente es por esa razón por la que las relaciones humanas que establecemos habitualmente son algo vacío, superficial y que apenas nos enriquecen. Es sólo cuando creemos vivir el amor romántico cuando intentamos entregarnos tal y como somos y exigir correspondencia en ese sentido. Y claro, que veamos a altas expectativas ante una relación amorosa que difícilmente se cumplen. Además, porque no admitirlo, que las creamos con el viejo y mal hábito de no ser ya nosotros mismos.
Gestionar las emociones es importante, como lo es reconocer las y admitir las, en cuanto se sienten. Todas las emociones son humanas, ya sean gratificantes o inquietantes. Sólo hay que lograr que no domine ninguna de ellas, nuestra vida, por entero y en todo momento. En función de que emoción domine cada momento, percibimos el mundo como su reflejo, o lo que sentimos dentro. ¿Alrededor nuestro agresividad?. Pues las más de las veces significará que dentro nuestro dolor o miedo, lo que nos hace ver esa parte sesgada de nuestra realidad, entera. Al fin y al cabo, nuestro pensamiento construye la realidad que nos rodea, así es de potente el cerebro humano. Si, en cambio, nos sentimos bien con nosotros mismos y con lo que sentimos, seremos capaces de percibir una realidad acorde a ello, incluso en un ambiente enrarecido. Es la ya popular "botella medio llena o vacía", que a veces vemos, y casi siempre sentimos, por dentro.
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