Vaya, vaya, cómo está el país o mejor dicho el mundo entero.
Actualmente. Basta mirar un rato la televisión para darte cuenta de que las cosas no están cambiando como deberían. Informativos, diarios, tertulias, reportajes, nos traen cada día una realidad política, económica y social que cuesta creer, aunque la verdad es que no hay nada nuevo bajo el sol. En el trasfondo, esa necesidad humana de recrearse con lo negativo y lo escandaloso, para aumentar la audiencia o la tirada de los rotativos, de las noticias diarias, afectándonos por las diferentes crisis mundiales.
Todo está revuelto.
¿O es que siempre lo estuvo, bajo el silencio informativo y ahora sólo se difunde lo que ya todos sabíamos?
Así, que cuando uno abre los ojos y ve alrededor, fuego cruzado, noticias, comentarios, opiniones sobre un sistema caduco, marchito y difícilmente in recuperable, es difícil estar tranquilo y mucho más con la suficiente energía para cambiarlo. Pero, ¿la vida nos regala todo ello para presuntamente aprendamos a soportarlo, o bien para qué decidamos mejorarlo?. De hecho, lo más fácil es desentenderse como hasta ahora, ignorarlo o buscar culpables ajenos, o bien empezar a tomar cartas en el asunto. Para ello sólo hace falta un poco de esperanza basada en la realidad y en nuestra capacidad, de cada uno de nosotros, de cambiar las cosas. Cada uno en su propio círculo familiar, social o profesional. Y saber buscar las oportunidades que nos brinda la presunta adversidad, para aprender y mejorar las cosas.
¿El resto?. Ten el valor y constancia para vivir la vida que real y presuntamente merecemos, todos.
¿Por qué no empezar hoy, para hacerlo?
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