"Atrévete a ser la fuente creadora de tu realidad...".
Seguramente muchas personas, aún no se interesan especialmente en los temas "espirituales", estarían de acuerdo con el siguiente proverbio:
"Vigila tus pensamientos, porque ellos se transformarán en palabras.
Vigila tus palabras, porque ellas se convertirán en actos.
Vigila tus actos, porque ellos se volverán tus hábitos.
Vigila tus hábitos, porque ellos construirán tu carácter.
Vigila tu carácter, porque el forjara su destino.
Una idea poco más "audaz" acerca de cómo creamos nuestra propia realidad, es la que propone la ley de atracción en todo momento, estamos atrayendo a nuestras vidas el tipo de situaciones que refuerzan nuestros estados de ánimo. Si nos sentimos bien, traemos situaciones que nos hacen sentir bien; si nos sentimos mal, a traemos situaciones que nos hacen sentir mal.
Por otro lado, nuestra educación nos dice que el mundo que percibimos es una construcción de nuestro ego, que hace los ajustes necesarios para que la idea de la separación (de Dios y de nuestros hermanos) nos parezca real. A través del perdón podemos cambiar este sueño, en el que nos mantiene el ego, por un "sueño feliz" del que es fácil despertar y volvernos conscientes de cuál es nuestra verdadera naturaleza.
Y por último, la técnica de la humanidad parece desafiar nuestra capacidad de comprensión: toda circunstancia que pase a formar parte de nuestra vida, aunque sea sólo una noticia acerca de algo que sucede en un país lejano, es la proyección de una parte de nuestra mente. Somos completamente responsables de todo lo que pasa en nuestro mundo... (No le prestamos la debida atención a la noticia que habla de otros países, porque pensamos "eso no va a suceder aquí",). Y no le prestas la debida atención porque no entiendes lo que sucede en otro mundo puede suceder en tu mundo.
Asumimos que tenemos este infinito poder creador, te propongo otra descripción de cómo es el proceso de creación de nuestra propia realidad, pero en este caso enfocada en el tipo de relación que tenemos con nosotros mismos:
> No estamos conforme con quiénes somos, si tenemos una opinión desfavorable acerca de nosotros mismo o si nos criticamos permanentemente, es decir, si nos tratamos sin amor, esa acumulación de juicios negativos nos conducirá inevitablemente experimentar culpa. En el sistema de creencias del ego, a la culpa le corresponde un castigo; y para que nuestra vida se ajuste a esa percepción equivocada que tenemos de nosotros mismos, modificaremos nuestra realidad (de manera inconsciente) para recibir efectivamente ese castigo, el que nos llegará en la forma de conflicto, fracasos o enfermedades.
Pero si nos sentimos a gusto tal como somos, si tenemos una relación saludable con nosotros mismos, si somos capaces de vernos amorosamente en cualquier circunstancia, es decir, si nos queremos sin condiciones, entonces nos sentiremos naturalmente merecedores de todo lo bueno, de cualquier cosa que anhelamos. Y ejerciendo nuestra milagrosa facultad de crear, haremos que nuestra vida refleja la plenitud, el bienestar y el amor que desarrollamos primero en nuestro mundo interior.
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