martes, 10 de febrero de 2015

San Valentín o día de la amistad, envueltas con el amor. (Tercera parte).

Se feliz... A pesar de mi...

    La felicidad no llega desde afuera y nadie nunca podría regalártela, por mucho que te quiera.

    La felicidad nace en nuestro interior, y eso una opción de vida, por tanto es un acto de libertad personal y una manera de ver y de vivir la vida.

    En todo caso, el ser amado puede hacerte más fácil la felicidad cuando tu te has propuesto ser feliz.

    Si alguien te ama, intentará por todos los medios que seas feliz, incluso a pesar suyo. Muchas veces eso significa sólo que te ayude a crecer y a ser cada día más tu mismo.

El amor de verdad debe sumar a ambos, nunca restar a uno y sumar al otro.

    Para ser feliz yo, debes renunciar a tu felicidad, no te amo... Te tengo prisionero de mis deseos o de mis sombras. Y eso no es amor, es dominio-sumisión, mutua adicción, dependencia, o miedo, llámese como quieras. Nadie debería decir en qué consiste tu felicidad, ni tu supeditarla a la felicidad de quien supuesta mente amas.

Para amar hay que ser libre...

    Amar es una opción libre de todo ser humano, como ser feliz. Cuando alguien vive preso del pasado, de creencias que no son favorables para uno mismo o depende de otro, no se es libre para amar de verdad. La libertad es ausencia de necesidad, y es la necesidad de no estar solos, de someternos o de huir de el amor por medios antiguos o sólo imaginarios lo que no nos permite ser libres.

    Cuando uno siente y vive en la obra sin huellas del pasado y estando bien atento al momento, uno es libre, y sólo entonces es capaz de amar, de verdad.

Amor: fondo y forma.

    Pero aún que tengamos la libertad para amar y deseemos hacerlo, también hay que saber cómo amar.

¿Cuántas veces has visto amor entre dos personas que, no obstante, no saben amarse ni expresar su amor como quisieran o de la misma forma?.

    Cada uno de nosotros tiene una manera concreta, y aprendida, para amar. Y eso hace que a veces dos se amen, pero no se encuentren, pues manifiestan diferentes esencias y, por tanto, formas de amor. Podemos compartir rituales similares, hacer parecidos gestos, pero el amor no se comparte por igual, o simplemente tendrá diferente profundidad. Y ambos se sentirán alejados, o atrapados en una misma jaula dorada.

    Es entonces cuando uno comprende que amarse sólo es compartir lo que sale de dentro y fluye, expresándose como tal y teniendo en cuenta al otro. En nuestro interior, todos somos iguales y tenemos las mismas luces y sombras, anhelos y miedos, sólo hay que saberlo reconocer en uno mismo y en el otro, pues este nos hace de espejo.

Uno es el espejo del otro.

    Sólo si prestamos verdadera atención al otro, podemos darle y recibir lo que ambos nos hace felices.

    Pero a veces algo del otro nos incomoda o molesta. Seguramente es algo de nosotros mismo que nos incomoda o molesta, y nos resistimos a aceptar y cambiar. Al fin y al cabo, las relaciones humanas no son más que espejos donde mirarnos y, como tales, una oportunidad para cambiar y mejorar. Pero también es verdad que algunas personas de nuestra vida logran sacar lo mejor de nosotros mismos y otras, lo peor.

    Personalmente creo, y ciento, que el amor no depende, o debería, otra cosa que hacernos mejores, en todos los sentidos. Y sólo el amor de verdad lo logra, pues el amor es, o debería ser, siempre algo positivo para ambos, no me cansaré de repetirlo.

    Y, en cualquier caso, es muy difícil compartir el amor con alguien que decidido consagrar vida a la infelicidad o que tiene miedo al amor.

Aunque a veces se diga y/o a ratos nos lo creamos, el amor no puede con todo.

Continúa....

No hay comentarios:

Publicar un comentario