No tan sólo he aprendido... (Cuarta parte y última).
He aprendido de los demás, tratando de convertirme en su espejo, y convirtiéndome en sus reflejos todo lo dice con mi corazón, y en silencio...
He aprendido que aún no se nada de la vida, que sólo se aprende y viéndola, sino que vas aprendiendo, día a día, hasta el final de tus días. Y cada nuevo episodio de tu vida tiene un escenario y un momento determinado, pero siempre oportuno. Ni antes ni después, sólo cuando estés preparado. Y que prepararse no es más que haber soltado lastres y poder ya ir con el corazón al fin abierto. Y que la intuición no es más que el susurro de un corazón que se manifiesta y al que es difícil de contradecir. Y que, contra diciéndolo o renunciando a lo que el dicta, uno sufre porque tienen miedo. Y que con miedo no hay amor que pueda manifestarse... y que de es miedo está nuestro mundo lleno...
Y he aprendido que el mundo no es más que la suma de nuestros pensamientos, sentimientos y acciones. Y que es justo el siempre difícil equilibrio entre el amor y el miedo. Y que sólo hay una manera de cambiar el mundo, que es cambiando uno mismo y aprendiendo a ir con el corazón bien abierto. Y que esto sólo es posible sabiendo, que es el miedo antes y mirándolo de cara. Y sin renunciar al miedo, deja que sea el amor quien lo venza, día a día.
Porque he aprendido que el amor vence cada vez que no permito que me domine el pasado o el futuro, los demás y el mundo o, simplemente, cuando no renuncio a ser, pensar y sentir, por mí mismo y desde el corazón...
Quizás después de todo, he aprendido a aprender y que a eso venimos a este mundo, en el que todo está siempre por hacer, esperando a que yo habrá mi corazón y lo cambie, desde dentro y en silencio...
Todos los días hay que darle gracias a la vida, y al estar en este mundo, por toda las experiencias aprendidas en el.
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