jueves, 12 de febrero de 2015

Por pasión, vivir y morir...

La vida es, o debería ser, siempre pasión. Si no, no es vida.

    Pero la pasión es como la moneda tiene una cara y una cruz. Puedes detectar amor o bien puedes detectar odio e ira. En cualquier caso y sea del tipo que sea, siempre se trata de pasión, bienvenida sea...

    Pasión es vibrar por las cosas que suceden, tratar de vivir las intensamente y, como consecuencia de ello, ser capaz de compartir la, generando también pasión...

    Pero la pasión es incontrolada, por definición. Y hay que ser valiente para sentir y manifestar pasión, en un mundo en que la rutina y la mediocridad nos asfixia y nos menosprecia...

    Sentir pasión no es más que recibir con ilusión o con sorpresa todo lo que la vida nos ofrece y que seguramente merecemos, a cada instante...

    El enemigo de la pasión no es el paso del tiempo, si no la indiferencia que provoca el miedo...

    La pasión, como el amor, su máximo exponente, nace dentro y crece cuanto más se utiliza y más se comparte...

    Vivir sin pasión es una manera de morir, cada día. Morir por pasión es el mejor, o el único, sentido de una vida plena...

¿Quién no moriría por amor?

¿Y que es el amor verdadero, sino una pasión intensa, incontrolada siempre soñada?...

¿E intentar convertir los sueños en realidad no es la mejor forma de realmente vivir con pasión?

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